Pedidores de Oficio: Otra carga para la gente que trabaja
Por: Deisy Viana
Las calles murmuran historias entre semáforos y esquinas concurridas. Déjame contarte que allí, en medio del trajín urbano, ciertas figuras se han vuelto parte del paisaje: personas que extienden la mano, esperan una limosna y justifican su elección con una sentencia que, a fuerza de repetirse, se ha convertido en mantra. “Es mejor pedir que robar”, dicen. Y sí, ciertamente es una opción menos perjudicial para la sociedad, pero ¿es la única alternativa?
El hábito de la mendicidad ha dejado de ser una última carta de desesperación para convertirse, en algunos casos, en una elección deliberada. Se acostumbran al gesto de quienes trabajan con esfuerzo y sostienen, indirectamente, su rutina. Lo paradójico es que muchos de estos "pedidores" regresan a sus hogares con más dinero del que percibe alguien que cumple con una jornada laboral formal. ¿No es desconcertante que, en un mundo que exige sacrificio, haya quienes opten por el camino más fácil sin mirar atrás?
Sin embargo, hay ejemplos de quienes han demostrado que el esfuerzo y la dignidad están por encima de la resignación. Mi padre fue uno de ellos. Sufrió un accidente cerebrovascular que dejó la mitad de su cuerpo paralizada e insensible. La tragedia pudo haberle reducido a la espera pasiva de ayuda ajena, pero él no permitió que su condición definiera su destino. Se aferró a la terapia, al deporte, y a la fe. Nunca dejó de trabajar en lo que podía, nunca abandonó su esencia productiva hasta el último día de su vida.
Casos como el suyo nos enseñan que la voluntad es más poderosa que la dificultad. Que la vida, aunque dura, puede ser enfrentada con valor y compromiso. Trabajar es mucho más que un medio de supervivencia; es una manifestación de propósito, una manera de trascender, de sentirse útil. No todos tienen las mismas oportunidades, pero todos poseen la posibilidad de buscar alternativas, de esforzarse, de no rendirse y de no volverse una "carga social".
Porque como bien dice la Escritura:
"El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada." – Proverbios 13:4.
La verdadera recompensa no está en lo que se recibe, sino en lo que se construye con esfuerzo y dignidad.