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Adiós a Ramón Carpío, un bolivariano leal. 


Periodista Julio Ramos. 

Son las seis de la mañana de este 30 de diciembre de 2024. Despierto, aún con la resonancia de un sueño, para rendir tributo a un gran amigo, Ramón Carpio, quien ya no se encuentra físicamente entre nosotros, pero cuya memoria perdurará para siempre en nuestros corazones. Ramón fue un ferviente bolivariano, un chavista de convicciones inquebrantables, un hombre que defendió con lealtad y pasión los postulados de la Revolución Bolivariana.

Nuestra amistad comenzó con la fundación del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200. Allí nos conocimos. Ramón era un hombre comprometido, un estudioso de la historia, un investigador incansable. Siempre llevaba consigo un papel, un lápiz, una carpeta; todo lo apuntaba, aunque a veces, entre tanta información, le costaba encontrar sus propias anotaciones. Su vida transcurría entre montañas de libros y periódicos. Desde las filas del MBR200, pasando por el MVR y el PSUV –del cual era militante activo–, Ramón estuvo siempre al frente de la lucha revolucionaria. 

Fue un defensor acérrimo de los valores socialistas, de la honradez, de la excelencia. Rechazaba la corrupción con vehemencia, manteniendo una postura intransigente contra ese flagelo que, lamentablemente, persiste como un cáncer en nuestra sociedad.

Caminar con Ramón por las calles de Valle de la Pascua requería paciencia. La conversación fluía constantemente: saludos cordiales, preguntas por la familia, hasta por el perro de la casa… Era su costumbre, a veces, motivo de mis reclamos: "¡Camarada, un trayecto de 15 minutos se convierte en una hora! ¡No hables tanto!", le decía.

La vieja guardia del chavismo son testigo de todo,  entre ellos los más cercanos,  Gaudencio Balza,  Cesar Gómez, Baloa, ya fallecido, Gerardo Rojas, Germán Suárez, Arturo Suárez,  y muchos otros que lo conocieron. 

Nuestras largas tertulias, siempre amenizadas con café –"Hermano, ¿quieres un cafecito?" era su frase favorita–, se extendían por horas. Hablábamos de todo: política, historia, anécdotas personales, y, por supuesto, de la familia. Siempre mostraba una profunda preocupación y un amor incondicional por sus hijos, quienes tuvieron la dicha de compartir sus últimos momentos con él.

Recuerdo nuestra última videollamada. "Hermano, ¿cómo está la familia? ¿Cómo está Julito? ¿Cómo está César Gómez?", me preguntó. Le daba el parte de todos, incluso de aquellos que ya habían partido. Visiblemente emocionado, me mostró a su nieto, su casa, y salió a la ventana para mostrarme el paisaje. "Camarada, veo un lote de tierra abandonado… ¿Por qué no invades ese terreno y lo expropías?", me dijo bromeando. Entre risas, me respondía: "¡Estás loco, camarada! Aquí no existe la ley de tierras".

Ramón Carpio no fue solo un amigo, fue un hombre de lucha, un luchador incansable que se ganó el respeto de muchos con su accionar político y su profundo humanismo. Algunos le decían "el profesor", ya que dedicó gran parte de su vida a la educación, impartiendo clases y participando en las Misiones Sociales creadas por el Comandante Hugo Chávez, proyectos que aún hoy continúan en pie de lucha.

Este relato es un tributo a un amigo que partió de este plano terrenal, un reconocimiento a un hombre que, con sus defectos y virtudes, se ganó nuestro respeto por sus firmes convicciones políticas, su inquebrantable humanismo y su lealtad inquebrantable a sus ideales y a la amistad.

Germán Suárez. 

 El 24 pasado, partió a la estancia del Creador, mi incondicional AMIGO Ramón Carpio, Amigo de los Amigos muchos fueron los momentos de cordialidad que compartimos, el siempre con su jovial sonrisa y carisma muy particular, Ramón fue un hombre de mucha Cultura en General, porque fue lo que llamamos un ratón de Biblioteca, en su sencilla casa donde vivía y compartía con su Señora Madre, a quien cuido y alimento hasta sus últimos días, tenía cualquier cantidad de libros y periódicos de cualquier fecha, muchos ya leídos y otros tantos por leer. 

Ramon, para todos fue un gran amigo, porque el fue un gran hijo, su familia de España tenía tiempo insistiendo para que se fuera a España, pero el  nunca quiso dejar a su madre en manos de otras personas, por eso al morir fue que acepto irse a España, por cierto yo lo acompañe desde Valle de la Pascua a Maiquetía, le di un buen abrazo de despedida y sentí que era la última vez que compartíamos y así fue. 

Así que paz a sus restos y descansa en paz mi estimado y recordado amigo Ramón Carpio.

Carlos Muiñea

A Ramón lo conocí fortuitamente en el año 1981, nos cruzamos en unos de esos viajes que yo solía hacer, fue en una panadería de Maracay y allí entablamos una conversación que se extendió por horas, allí me di cuenta de su talud cultural, desde ahí empezó a cultivarse una gran amistad entre ese gran revolucionario y mi persona.

Q.E.P.D†

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