Recorrido por la Villa de todos los
Santos de Calabozo
Oscar Humberto González Ortiz
Motivados por la invitación recibida,
emprendimos el viaje hacia la Villa de todos los Santos de Calabozo, lugar que
evoca historias ricas en tradiciones y cultura. La emoción era palpable, el paisaje desplegado ante nuestros ojos
prometía aventuras memorables.
Sin embargo, en el trayecto, tras
haber cruzado el sector de Dos Caminos, me vi sorprendido por un acontecimiento
inesperado: David, quien estaba al volante, aceleraba a una velocidad que
rondaba los cien kilómetros por hora, y en un momento de distracción, extendí
el brazo fuera de la ventanilla para disfrutar del fresco aire de ese hermoso
día. Fue entonces cuando, como si el universo se burlara de mí, la excreta de
un ave impactó mi brazo. No pude evitar compartir la incredulidad con mis
compañeros sobre la probabilidad de que algo así ocurriera; una en un millón,
sin duda.
A medida que avanzábamos pasando por
la represa, el paisaje se transformaba ante nuestros ojos, las olas que se
formaban en el agua parecían reflejar la energía del momento, recordándonos la fuerza de la naturaleza que
nos rodea. Cada rincón del camino estaba lleno de anécdotas que parecían
susurrar historias del pasado. Mientras tanto, mi mente divagaba sobre cómo
cada experiencia, incluso las más inusuales y cómicas como la mía con el ave,
contribuyen a nuestro crecimiento personal y a las memorias que forjamos con
quienes nos acompañan.
Finalmente, al llegar a la entrada de
Calabozo, esperaba Andy “La voz”, compañero que siempre tiene una sonrisa lista
y un consejo acertado; con su guía orientada hacia el Liceo Humboldt, llegamos
para cumplir la primera actividad del día. La expectativa crecía a medida que caminábamos
en dirección a la cancha del emblemático centro educativo, donde varias generaciones
compartieron sus aulas en busca de conocimiento. La historia del liceo es rica
y vibrante; es un testimonio del compromiso de la educación en la comunidad.
Así, con cada paso dado hacia la entrada de aquel centro de enseñanza,
estábamos conectando con el legado educativo que ha influido en tantas vidas a
lo largo de los años.
Este plantel
educativo data de los más antiguos del estado Guárico, la emoción era innegable;
este liceo se remonta al año 1836, erigiéndose como testigo silencioso de la
historia local, siendo fundado durante el segundo gobierno del General José
Antonio Páez. A lo largo de los años, este centro educativo evolucionó, pasando
de ser liceo nacional a federal, hasta adoptar su nombre actual en 1949.
Cada rincón del
lugar está impregnado de relatos que hablan del compromiso y dedicación del
personal que hace vida en el presente, no olvidando el pasado en el transitar
por estas aulas; la atmósfera vibrante se siente en el aire. Es hermoso
compartir momentos con jóvenes que irradian energía e inspiran a seguir compartiendo
en espacios de aprendizaje.
En muestra
palpable de solidaridad, gracias a la Sra. Maruja Hurtado de la Academia
Venezolana de Fútbol, tuvimos el privilegio de entregar un juego de uniformes,
material de entrenamiento, balones de fútbol y libros para enriquecer la
biblioteca del liceo. Esta donación representa un gesto tangible para los
estudiantes. La alegría en sus rostros al recibir estos materiales recuerda el
impacto que podemos tener en las vidas de los demás a través de actos de
solidaridad.
La despedida fue
conmovedora; las emotivas palabras de la Profesora Petra García, Directora del Plantel,
junto al Profesor Freddy Laya, Coordinador de Deportes, repercutieron en
nuestros corazones. Su invitación a regresar pronto, especialmente en días
entre semana para experimentar el calor humano con mayor intensidad es
motivante. Agradecemos sinceramente la actividad realizada y la nueva
invitación; llevamos recuerdos espectaculares. Este encuentro fortaleció los
lazos con la comunidad, reafirmando la convicción de que juntos podemos hacer
diferencia significativa en el futuro de los jóvenes.
Después de
compartir momentos llenos de energía con los jóvenes del Liceo Humboldt, la
jornada se orientó hacia la “Cancha techada Misión Arriba”, al lado del Seguro Social,
donde los adultos mayores estaban congregados para celebrar su día. Al llegar, se
desarrollaba una conferencia sobre el cáncer de mama, tema de actualidad sobre
el que debemos despertar conciencia. En este espacio de aprendizaje y concientización,
cada palabra pronunciada tenía el poder de transformar percepciones para fomentar
la prevención.
Aprovechamos la
oportunidad para tomarnos la presión arterial, el personal de profesionales del
Seguro Social estaba ofreciendo sus servicios a la comunidad; en medio del
calor intenso, los resultados fueron 120/90, señal positiva que proporcionó
optimismo. Mientras tanto, Deisy con entusiasmo contagioso, animaba la
actividad, motivando el ambiente festivo a través del compartir historias; seguidamente
comenzamos a intercambiar anécdotas sobre nuestras vidas. Comenté sobre el artículo
“Mi discapacidad temporal”, que publiqué unas semanas atrás, y a la vez escuchando
atentamente las experiencias de los demás. Entre risas y reflexiones, el Sr.
Silvestre Melo compartió la historia, sobre cómo su esposa sufrió una subida de
presión arterial que le desprendió la retina; sus palabras recuerdan la
fragilidad de la salud y la importancia de cuidarnos mutuamente.
Mientras sonaba
la melodía “Palo Palito Palo e”, entregamos un tensiómetro y seis dispositivos
auditivos a los adultos mayores, conversando con ellos; sus edades rondaban los
ochenta años. Sin embargo, quedamos cortos en la entrega, hecho que recuerda
por qué le colocamos 2.25 al nombre de la Fundación, ya que en la acción
social, siempre pareciera que faltara un pedacito; en esta ocasión se requerían
al menos cinco dispositivos más para cubrir todas las expectativas. También fue
entregado un balón de baloncesto a un niño que acompañaba a su abuela en el
compartir, y él regalo una enorme sonrisa a todos los presentes.
A medida que
degustábamos bollitos y deliciosas tortas, estábamos despidiéndonos con el
firme compromiso de regresar con los aparatos auditivos faltantes y participar
en la partida de dominó que quedó pendiente, incluyendo la tarea de llevar las
piezas necesarias para jugar. Con sonrisa en el rostro y el corazón lleno,
partimos hacia el Consultorio Popular Base de Misiones “Elena de Chávez”,
ubicado en el barrio Elena de Chávez, punto y círculo del sector Misión Arriba;
entregamos medicamentos destinados a mejorar la salud.
Gracias a Dios
por permitirnos vivir bellos momentos que nutren el espíritu fortaleciendo los
lazos con personas de estas hermosas comunidades. Cada encuentro es una
oportunidad para sembrar amor en el corazón.