Lectura al Aire Libre… Recordando al
Maestro Simón Rodríguez
Por: Oscar
Humberto González Ortiz
La invitación recibida para compartir:
«actividad de Lectura al aire libre» en las instalaciones del Complejo
Educativo «Federico Brito Figueroa», ubicado en la comunidad del Portal,
despertó un sinfín de recuerdos, emociones y reflexiones.
Este evento reunió a niños desde preescolar
hasta sexto grado, fue motivo de celebración por la participación activa de los
más pequeños, expresando un claro indicativo de la importancia requerida para
motivar la lectura en una época en la cual los estímulos digitales parecen
eclipsar el amor por los libros. Si fuese padre de uno de estos alumnos, reconocería la labor de la Directora y el
personal docente que impulsaron esta excelente iniciativa; ellos son verdaderos
faros en un mar de distracciones contemporáneas.
La lectura, sin lugar a dudas, es una puerta
abierta hacia espacios desconocidos; podemos viajar sin movernos de nuestro
lugar explorando realidades que, de otro modo, permanecerían ajenas a nuestra
experiencia cotidiana. En este sentido, resulta pertinente preguntarnos: ¿por
qué leemos? La respuesta va más allá del simple acto mecánico de descifrar
palabras; leer es un ejercicio cognitivo que fomenta la creatividad, desarrolla
el pensamiento crítico y ofrece herramientas para comprender mejor el entorno.
A través de las páginas de un libro, podemos conectarnos con las emociones y
vivencias de otros, lo que ayuda a construir empatía ampliando las perspectivas
del mundo.
En una sociedad donde el tiempo parece escaso y
las distracciones son innumerables, actividades como la lectura al aire libre
se convierten en un refugio invaluable que permite tanto a niños como adultos
reencontrarse con el placer de leer en un ambiente natural y relajado. Este
tipo de eventos refuerza el sentido de comunidad, promoviendo la interacción
entre alumnos de diferentes grados, fomentando hábitos que pueden ser
compartidos inclusive en casa con los padres.
Al final del día, cultivar el amor por la
lectura es sembrar semillas para el futuro; es preparar mentes curiosas y
críticas que serán capaces de afrontar los desafíos del mañana; la actividad de lectura al aire libre se destacó por su originalidad e
ingenio, logrando que cada niño participara de manera activa y creativa. En un
rincón del espacio, un niño de preescolar se sumergió en su lectura, dejando
volar su imaginación más allá de las palabras impresas. Este pequeño lector
descifró las letras, también construyó universos enteros en su mente,
demostrando que la lectura puede ser un viaje fantástico donde la creatividad
es la verdadera protagonista.
Este enfoque resalta la esencia del aprendizaje: no se trata sólo de
comprender el texto, sino de explorar los vastos paisajes desplegados ante
nosotros cuando nos permitimos soñar. Por otro lado, el ingenioso ejercicio
llevado a cabo por un niño de primer grado fue verdaderamente cautivador.
Utilizando globos decorados con vocales en su exterior, creó una dinámica donde
cada explosión del globo revelaba una palabra sorpresa; este método hacía que
el aprendizaje fuera divertido, incentivando la escritura al tener que plasmar
las palabras en la pizarra. La combinación de sorpresas y actividades mantuvo a
los alumnos emocionados y comprometidos, demostrando que la educación puede ser
un proceso dinámico y entretenido.
Además, el uso de criptogramas por parte de otro niño añadió un nivel
adicional de desafío y diversión a la jornada. Resolver el criptograma estimula
el pensamiento lógico, despertando habilidades como la paciencia y la
perseverancia. Finalmente, un estudiante de sexto grado tomó las riendas al
leer sobre la biografía de Federico Brito Figueroa, lo cual enriqueció el
evento con contenido histórico y sociológico relevante e inspirando a los más
jóvenes presentes.
La narración del cuento «La ola» por parte de la Lcda. Deisy Viana, fue
el broche perfecto para cerrar esta jornada literaria; su habilidad para
conectar con los alumnos enriqueció la experiencia colectiva, demostrando que
leer puede ser una actividad social y compartida. En conjunto, estas
actividades fomentaron el amor por la lectura creando memorias duraderas en
cada participante.
De sorpresa en sorpresa
Por otro lado, la primera experiencia de escuchar a un niño representar
por breves minutos al General Óscar González Ortiz, fue un momento emotivo, fui
transportado en el tiempo al niño que le tocó realizar varias lecturas cuando
cursaba sexto grado en la Escuela Granja «San Juan de Dios», y aproveché la
oportunidad para recordar que estuve entre los mejores alumnos (como lo refleja
el diploma recibido). En esa instancia, no pude evitar ser transportado a mi
propia infancia, donde la curiosidad y pasión por el aprendizaje florecían con
cada nueva historia descubierta. Ver a ese pequeño orador, con su voz
temblorosa pero llena de entusiasmo, fue como si el pasado y el presente se
entrelazaran, recordándome que cada generación tiene la responsabilidad de honrar
y perpetuar la memoria de maestros como Simón Rodríguez, quien insistía en la
importancia de educar, de enseñar a aprender, aportándonos la luminosa frase «O
inventamos o erramos».
Después de esta emotiva presentación, fui invitado a subir al segundo
piso de las instalaciones, donde una nueva sorpresa aguardaba: la inauguración
de la Biblioteca «General de División Óscar González Ortiz». Al entrar, sentí
que cada rincón estaba impregnado del esfuerzo y la dedicación del personal
involucrado en su creación.
Las estanterías con libros, bellos colores en las paredes y el aroma
fresco del empeño en la renovación de un aula estructurada con voluntad para
crear un ambiente acogedor para motivar la lectura, me conmovieron. Este
proyecto además de representar un espacio físico para el conocimiento es
también símbolo del amor por la educación, abnegación, trabajo en equipo y,
sobre todo, esfuerzo de cada uno de los colaboradores.
Sin embargo, al contemplar este hermoso logro de la comunidad, también
surgió el deseo ferviente: que más personas se unan a la noble causa de
recuperar los baños, construir un auditorio adecuado para realizar actos
educativos. Mejoremos las instalaciones deportivas, garanticemos entornos
óptimos para el aprendizaje.
Si bien es cierto que enfrentamos desafíos materiales, debemos recordar
las enseñanzas de Simón Rodríguez: «educar es una misión sublime». Así sea bajo
la sombra de un árbol o en condiciones adversas, la labor debe continuar. Cada
niño es una semilla de esperanza y conocimiento; por lo tanto, esforcémonos por
proporcionarles las herramientas requeridas para florecer. Con amor y
colaboración, podemos transformar estos espacios en verdaderos refugios del
saber, donde cada niño pueda soñar y alcanzar su máximo potencial.