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Disfrutando de minutos de vida bonitos… sin prisa

Óscar Humberto González Ortiz

Con entusiasmo palpable, el Pastor Francisco Espinoza extendió cordial invitación al equipo de Funicitec2.25, para vivir una jornada inolvidable junto a los niños de la comunidad de Casco Central, parte alta, en Vista Hermosa, San Juan de los Morros. Aceptando con alegría este llamado, nuestra mente comenzó a tejer ideas creativas para dar forma a la actividad que enriqueciera sus corazones y mentes. Así, mientras orientábamos las posibilidades, surgieron propuestas que abarcaban diversas dinámicas hasta talleres de lectura, todo ello con el propósito de fomentar la convivencia y el aprendizaje mutuo, además de crear recuerdos imborrables en cada pequeño participante.

Finalmente llegó el día esperado. Con gran emoción, el rumbo fue orientado hacia el sector previsto para la actividad; sin embargo, antes de comenzar, la lluvia hizo su aparición, obligándonos a replantear los planes y trasladarnos a otro ambiente. Así, siguiendo una vereda que serpenteaba entre las vías, llegamos a las instalaciones de la iglesia La Gran Manada. Al entrar, sentí como la energía del lugar nos envolvía; seguidamente tomamos el control del sonido, preparándonos para organizar la experiencia que uniera a adultos y niños, en un espacio de alegría y aprendizaje compartido.

Sumidos entre los juegos de colores, números y la elevación de diversos tonos de la letra a, llegamos al cuento del rey mocho, la creatividad y diversión se entrelazaron entre las sonrisas de los jóvenes contemporáneos y chicos. Mientras Marichina pintaba caritas llenas de sonrisas, Deisy relataba la cautivadora historia que mantenía a los niños al borde de las sillas y Pedro animaba con contagiosa energía; por otro lado, aprovechamos estos momentos para entregar la revista Memoria y libros como La verdad del Esequibo, Comandante Chávez y Gobernanza en China. Este material didáctico busca despertar como fomentar la campaña por la lectura, encendiendo la chispa del conocimiento en cada lector; de hecho, logramos repartir todos los ejemplares llevados, recibiendo muy buenos comentarios. Sin embargo, a pesar del entusiasmo desbordante, el esperado colchón inflable no pudo ser instalado debido a la baja intensidad de la electricidad, lo que nos orientó a encontrar alegría en cada rincón de la actividad.

Pequeños incidentes no detienen el disfrute

En la búsqueda de minutos de vida bonitos sin prisa, escampó un poco, y estamos de regreso al sector inicial, por lo que todo el material se traslada nuevamente con precaución. Entre la formación de los niños y el desplazamiento un pequeño tropiezo llevó a torcerme el tobillo. A pesar de la incomodidad, una vez en el sector, la alegría resurgió cuando comenzamos a jugar “la papa caliente”. En esta dinámica conocí a la Dra. Jannelys Medina y al Pastor Jaime Cortez, quienes aportaron entusiasmo al juego. Aunque no pude continuar jugando debido al pequeño incidente en el pie, le indiqué a Torrealba que siguiera adelante por mí, confiando en que la diversión no se detendría, al retirarme. Prácticamente en ese instante eliminaron del juego a Torrealba, quien salió del juego con una sonrisa, recordándome que, a pesar de los imprevistos, siempre hay espacio para disfrutar y compartir momentos valiosos.

Con el ocaso del día, la atmósfera se impregnaba de nostalgia, está finalizando la actividad; estamos entregando los premios que representan además de reconocimientos, son símbolos de la unidad y esfuerzo colectivo. Entre la premiación destacaban balones destinados a la iglesia, que servirán para fomentar la actividad física entre los jóvenes como también fortalecerán los lazos comunitarios. En medio de esta celebración, entregamos un dispositivo auditivo al Sr. Alexander Brides. Esta alegría resonaba como un eco de esperanza,  su nueva herramienta promete abrirle espacios de sonidos y conversaciones que antes le eran prácticamente inaccesibles; mejoramos  su calidad de vida.

No obstante, el clima parecía tener otros planes, la lluvia, que había estado en pausa durante un largo rato, comenzó a caer con más intensidad, creando un telón sonoro que amenazó con ahogar las risas y juegos. El intento de reinstalar el colchón inflable se complicó nuevamente debido a problemas eléctricos; sin embargo, el contratiempo no logró eclipsar el ánimo festivo. Mientras tanto, las empanaditas, jugos y cotufas, se convirtieron en los acompañantes perfectos para las anécdotas compartidas y los momentos de camaradería. Así, en medio de los desafíos climáticos y técnicos, la esencia de la comunidad brilló recordándonos que lo importante no son las circunstancias externas, sino las conexiones humanas que cultivamos en este encuentro.

Recibimos una nueva invitación para participar en una actividad centrada en el voleibol, ésta promete fomentar el deporte entre los jóvenes del sector y representa una oportunidad para fortalecer los lazos comunitarios a través de la actividad física. Con el cielo oscureciendo lentamente, el tiempo apremiaba, se tomaron las fotografías que inmortalizaron estos hermosos momentos vividos; las lluvias nos impulsaron a seguir adelante. Con determinación, salimos hacia la entrega de uniformes y útiles escolares, gesto que simboliza el compromiso con la educación y el bienestar de los niños. La labor incansable de la Sra. Marbelis se destacaba en cada prenda y material que llevábamos: camisas, pantalones, ropa interior, cuadernos y lápices. La entrega se convirtió en un acto lleno de sonrisas y gratitud, donde cada niño recibió su uniforme con ojos brillantes y corazones rebosantes de esperanza. 

A medida que la lluvia comenzó a intensificarse, los ecos de las risas y las palabras de agradecimiento de los presentes se mezclaban con la emotividad, alegría y el suave murmullo del agua cayendo. Esta lluvia, lejos de ser un obstáculo, fue la bendición que nutrió tanto la tierra como nuestros espíritus por el deber cumplido; con cada gota que caía, sentimos que estábamos recibiendo un regalo del cielo por nuestro esfuerzo colectivo.

Así culminamos esta hermosa actividad, partiendo con el corazón lleno de alegría y satisfacción por haber compartido momentos significativos con la comunidad. En definitiva, esos minutos bonitos de vida recuerdan que cada pequeño gesto cuenta y tiene el poder de transformar vidas.

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