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Cristo Viene. ¿Podrá Regresar Simón Bolívar y Simón Rodríguez?

Por: Óscar Humberto González Ortíz

La frase «Cristo Viene», en muchos lugares la leo además de que resuena en diversas culturas y épocas, evocando una mezcla de esperanza y temor ante el futuro. En la actualidad, mientras observamos el mundo sumido en conflictos bélicos, crisis medioambientales y la rápida evolución de la inteligencia artificial, esta declaración puede parecer más relevante que nunca. Por ejemplo, en el presente, las guerras están marcando la historia de la humanidad, trayendo consigo destrucción, sufrimientos, pudiendo llegar a provocar afectaciones profundas sobre la naturaleza.

A lo largo de los siglos, civilizaciones como la romana fueron víctimas de su propia ambición y desinterés por el bienestar colectivo. En el presente, la contaminación de las aguas es un problema que afecta a millones de personas, siendo otro indicativo del deterioro que enfrentamos. La historia enseña que las sociedades florecen cuando cuidan su entorno; sin embargo, en la contemporaneidad, muchos gobiernos parecen priorizar el desarrollo económico por encima de la sostenibilidad. Este dilema lleva a cuestionar si realmente estamos en un camino hacia la redención o si nos dirigimos hacia un abismo del cual no podremos salir.

Por otro lado, el auge de la inteligencia artificial plantea preguntas filosóficas sobre la existencia y el futuro del trabajo humano. ¿Estamos creando herramientas que liberarán o esclavizarán aún más?  En este contexto digital las interacciones cotidianas se ven mediadas por dispositivos que prometen conectarnos, pero que a menudo aíslan. Esto lo reflejo, como la experiencia cotidiana con la junta de condominio de un edificio, donde las decisiones parecen ser tomadas sin considerar las necesidades individuales, constituyéndose en un microcosmos de la realidad.

Así, al preguntarnos si Cristo vendrá, debemos reflexionar sobre nuestro papel en este mundo. ¿Estamos listos para recibirlo? La respuesta puede no ser tan sencilla; quizás se necesite un cambio profundo en la forma de pensar y actuar. En última instancia, más allá de creencias religiosas o expectativas apocalípticas, está en nuestras manos construir un futuro donde la paz y la armonía prevalezcan sobre el caos. La historia ha enseñado que los cambios significativos surgen en tiempos de crisis; tal vez estemos ante una oportunidad para reinventarnos como sociedad antes de que sea demasiado tarde.

 

Exigencias para nuestro pensamiento

Es fascinante, aunque complejo, imaginar el regreso del Hijo de Dios en estos tiempos contemporáneos. Sin embargo, la creencia en su retorno es un pilar en muchas tradiciones religiosas, simbolizando esperanza y renovación ante un mundo que enfrenta desafíos constantes. A partir de esta premisa, me permito explorar un escenario alternativo: ¿qué pasaría si dos de los más grandes pensadores y líderes de América Latina, Simón Bolívar y Simón Rodríguez regresaran también a nuestra realidad actual?

La idea puede parecer un ejercicio de imaginación desbordante, pero al mismo tiempo puede resultar un reflejo de nuestras propias inquietudes sobre el liderazgo y la justicia social en la actualidad. Al evocar a Bolívar y Rodríguez, traemos a la mente sus hazañas históricas y luchas por la independencia de varios países sudamericanos; igualmente enfrentamos la necesidad de cuestionar cómo esos ideales han evolucionado o desvirtuado con el tiempo. Por ejemplo, Bolívar soñaba con una América unida, libre de colonialismos y desigualdades. En contraste, hoy estamos en un continente fragmentado por intereses políticos, económicos y sociales que a menudo parecen ir en contra de ese sueño. Si Bolívar regresara, seguramente se preguntaría si sus ideales siguen vivos en las luchas contemporáneas por la justicia y la equidad.

Por su parte, Simón Rodríguez, ferviente defensor de una educación crítica e inclusiva, podría observar con preocupación el estado actual del sistema educativo. En su época, promovía una enseñanza que fomentara el pensamiento crítico y la creatividad. Hoy, en un mundo dominado por la tecnología y las redes sociales, las generaciones más jóvenes enfrentan una avalancha de información cuya calidad es variable, y muchas veces dudosa. ¿Estaríamos cumpliendo con su legado? Rodríguez podría instarnos a replantear nuestros métodos educativos para adaptarlos a los nuevos tiempos sin sacrificar los valores fundamentales de la curiosidad intelectual y el pensamiento autónomo.

En última instancia, esta reflexión lleva a comprender que imaginar el regreso de figuras históricas no es simplemente un ejercicio fantasioso; es una invitación a confrontar las realidades actuales. Nos desafía a evaluar cómo los ideales del pasado pueden iluminar el camino hacia el futuro. Aunque parezca que le exijo demasiado a mi imaginación al plantear estos escenarios, quizás sea precisamente esta capacidad creativa la que necesitamos para inspirarnos y avanzar hacia un mundo más justo y solidario. La historia no está escrita en piedra; está viva en cada uno de nosotros y depende de nuestras acciones diarias darle forma. Así que sigamos soñando e imaginando juntos lo que puede ser un futuro donde los legados del pasado resuenen con fuerza en el presente.

La fe en el regreso de Cristo es un tema inspirador que puede manifestarse de diversas formas, y lo curioso es cómo puede entrelazarse con la cotidianidad y la cultura popular. Por ejemplo, imagina un día cualquiera en un bullicioso Centro Comercial, donde el sonido de las transacciones y las risas se mezclan con el aroma tentador de las donas recién horneadas. En medio de este ambiente, dos figuras emblemáticas, Simón Bolívar y Simón Rodríguez, aparecen como si hubieran cruzado el umbral del tiempo, ataviados con trajes que evocan una época pretérita de lucha y emancipación.

La escena no sólo resulta cómica, sino profundamente simbólica. Mientras estos personajes históricos examinan teléfonos inteligentes y discuten sobre las últimas tendencias tecnológicas, la multitud se agolpa a su alrededor para capturar el momento en fotografías y selfies. Este acto revela una curiosidad inherente del ser humano: la necesidad de conectar el pasado con el presente.

Si estos próceres volvieran a la vida, seguramente ofrecerían lecciones valiosas sobre liderazgo, libertad y responsabilidad social. Bolívar, conocido por su incansable lucha por la independencia en América Latina, podría reflexionar sobre cómo hemos utilizado esa libertad conquistada y los desafíos que aún enfrentamos. Simón Rodríguez, mentor de Bolívar y defensor de una educación inclusiva y crítica, seguramente señalaría la importancia de educar a las nuevas generaciones en un mundo saturado de información digital y consumismo obsesivo.

La tecnología puede ser una herramienta poderosa para el aprendizaje y la comunicación, pero también plantea retos éticos que debemos enfrentar con responsabilidad. En este sentido, su presencia podría inspirarnos a reimaginar un futuro donde la educación sea accesible y transformadora. En definitiva, si personas como Bolívar y Rodríguez regresaran hoy, su mensaje iría más allá de los discursos políticos; nos instarían a reflexionar sobre las acciones diarias y las relaciones con los demás. Nos recordarían que cada pequeño gesto cuenta en la construcción de una sociedad más solidaria. Así que mientras tomamos selfies con sus imágenes del pasado en nuestro presente tecnológico, quizás deberíamos preguntarnos: ¿qué legado estamos construyendo para las futuras generaciones? La respuesta puede ser el primer paso hacia un cambio significativo que trascienda el tiempo.

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