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Manipulación en Gran Escala e Intensidad.Por: Oscar Humberto González Ortiz

Mientras observaba la inauguración de los Juegos Olímpicos, a través de un canal de redes sociales, me intrigó un video titulado «Se descubre quién es la suplantadora de Jesús en las Olimpíadas». Este peculiar título despertó mi curiosidad, ya que, a lo largo de la historia, los Juegos Olímpicos fueron un escenario donde la tradición y la modernidad se entrelazaban.

La idea de una «suplantadora», lleva a pensar cómo en otros países reinterpretan los iconos culturales; ¿será posible que esta suplantadora sea un símbolo del cambio cultural en el ámbito deportivo o estén proyectando una burla a la religión católica?  Es preocupante observar cómo la inauguración de los Juegos Olímpicos puede dar lugar a narrativas complejas que conectan el pasado con el presente, en espacios donde las redes sociales moldean percepciones, eclipsando el ámbito deportivo, invitándonos esta situación a una profunda reflexión sobre los valores de los Juegos.

Mientras escuchaba el audio del video, resonaron en mis oídos frases inquietantes del relato, como: «Te están controlando, eres manipulado a través de una guerra de propaganda, cuál es el sistema de gobierno que imponen…». «¿Qué está pasando?, nos quieren feos, gordos, deprimidos; la salud mental está por los suelos; nos quieren desestabilizar completamente. ¿Qué mano está detrás de todo esto?». Este tipo de afirmaciones cargadas de emociones reflejó la preocupación que fue creciendo a lo largo del desarrollo de los Juegos, tanto que hasta el Papa y muchos voceros a nivel mundial, expresaron mensajes de desagravio por las imágenes presentadas en la célebre inauguración.  

A medida que avanzamos en la era digital, si utilizamos constantemente los medios de comunicación y redes sociales, me pregunto qué tan profundo es si nos van influenciando; si pensamos que las cosas son así por nuestro sano juicio, o fueron influenciados nuestros pensamientos por aquí o por allá; si sutilmente ingresaron en la mente del colectivo, haciéndose cada vez más evidente, que el bienestar emocional de las personas está siendo comprometido por el bombardeo constante de imágenes idealizadas y expectativas irreales. 

Hoy en día ¿la lucha por la salud mental puede verse como una continuación de la búsqueda de justicia social? Para responder a esto, debemos ser muy conscientes de que estamos enfrentando enemigos de lo más insidiosos: podemos sufrir manipulación mediática por el uso de algoritmos que prioricen sensacionalismo sobre el bienestar humano, llegando al odio entre familiares, amigos o vecinos. Por otro lado, las frases inquietantes parecen actuar en nuestra contra; nos llevan a cuestionar cómo participamos en los ciclos de desestabilización, qué papel jugamos en nuestro propio bienestar, quiénes son los titiriteros detrás de esta realidad distorsionada. Estas inquietudes ya están llenando los espacios de la comunicación humana e institucional.


Te están controlando o manipulando

En el audio del video al que me refiero, se expresa una inquietante realidad: «Te están controlando, manipulando a través de una guerra de propaganda». Esta afirmación parece nueva, pero se está utilizando el internet y redes sociales como herramientas para ejercer control sobre la población. Por ejemplo, en el mismo video, en la narrativa escuché el término: «Mensajes de comunicación masivos, Proyecto Mk Ultra».

¡Dios mío! Este proyecto es uno de esos capítulos oscuros de la historia de la inteligencia política estadounidense, iniciado en décadas pasadas, programa secreto que enfocaba la investigación de técnicas de control mental y manipulación psicológica. Entre tantas preguntas que llegan a mi mente, esto de sembrar mensajes en la psique a través de los medios y redes sociales será un intento de obtener ventajas estratégicas constituyéndose en una serie de experimentos éticamente cuestionables, que están realizando sin el consentimiento de los participantes. ¿Seremos el ejercicio práctico de un experimento?

Esto no parece ser simplemente una anécdota histórica; recordemos que todo ese sistema manipulador de la mente puede ser utilizado para fines oscuros, los medios pueden convertirse en vehículos de ideologías que, sutilmente, se infiltran en nuestra conciencia. Hoy en día, el fenómeno evoluciona, y ya no se trata de un mensaje unidireccional, sino que son entornos digitales donde la información fluye vertiginosamente. La constante exposición a contenidos diseñados para influir en las emociones y pensamientos puede fácilmente llevarnos a aceptar sin cuestionar las narrativas impuestas.  

Además, esta guerra psicológica afecta la percepción del mundo exterior; impacta la salud mental y las relaciones interpersonales, su influencia sutil y continua puede llevar a que adoptemos creencias como comportamientos que no son auténticos. Desarrollemos pensamientos críticos que permitan discernir entre lo que realmente resuena con nuestros valores y lo que es implantado en nuestras mentes por fuerzas externas. En este sentido, la educación mediática se convierte en herramienta para empoderarnos frente a esta manipulación. Cuestionemos las narrativas que consumimos, busquemos fuentes diversas de información, empecemos a desmantelar este entramado de control, recuperemos la autonomía intelectual; es importante permanecer vigilantes ante las intrusiones en nuestra autonomía personal. En definitiva, pensemos acerca del equilibrio entre seguridad y libertad, así como sobre las implicaciones éticas del conocimiento científico. Ya es una dura realidad, y es un hecho que estamos enfrentando el arte de transformar la información en arma política, utilizando el internet y redes sociales para moldear la opinión pública. 

La información fluye a la velocidad de la luz, es alarmante la forma en que los mensajes masivos de comunicación pueden ser utilizados como herramientas para socavar la psique colectiva de una sociedad. Imaginemos un escenario distópico, donde las élites en el poder diseñan cuidadosamente contenidos que, lejos de informar, buscan erosionar la autoestima fomentando la inseguridad entre los ciudadanos. Desde las redes sociales hasta la publicidad convencional, estos mensajes están impregnados de sutil manipulación que afecta la percepción de nosotros mismos y del entorno que nos rodea. 

Para concluir, es hora de no perder de vista que, por un lado, se promueven ideales inalcanzables de belleza y éxito, mientras que, por otro, se difunden narrativas que alimentan el miedo, odio y ansiedad; de esta manera, las personas se sienten constantemente insatisfechas con sus vidas y sus logros. Así se genera un caldo de cultivo propicio para el control social. A medida que la autoestima disminuye, crean dependencia hacia aquellos que ofrecen salidas engañosas y soluciones superficiales: productos milagrosos, estilos de vida de falsas apariencias y promesas vacías. 


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