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Fe en los jóvenes: Importancia de la Educación

Por: Oscar Humberto González Ortiz

Imaginemos que puedo hacer un viaje en el tiempo, aterrizando en el 2029, permitiéndome observar el escenario de logros palpables de los estudiantes y padres que brindaron en el 2024, la oportunidad de conocer el esfuerzo académico de sus hijos nombrándonos en aquel entonces Padrino de Promoción.

En este sentido, nos gustaría que este artículo sirviera de brújula orientando la visión de cada estudiante y padre, recordándoles que la perseverancia y el compromiso son elementos esenciales en el camino al éxito. Así como en la Antigüedad, grandes pensadores, como Aristóteles y Confucio enfatizaban la importancia del conocimiento y la educación para el desarrollo humano. Hoy en día es fundamental fomentar ambientes donde estos valores sean igualmente apreciados. Ahora bien, es interesante considerar la conexión material o espiritual que pueda existir entre los estudiantes de diversas instituciones educativas, como la Unidad Educativa en la comunidad de Los Flores, el Complejo Educativo del Portal, la Unidad Educativa ubicada en San Juan de los Morros y la Escuela de Audición y Lenguaje. 

A primera vista, podrían parecer entidades aisladas, pero al profundizar descubrimos el entramado de experiencias compartidas; por ejemplo, todos estos estudiantes estaban inmersos en procesos educativos que buscaban impartir conocimientos académicos como formar ciudadanos íntegros. Esta conexión puede ser tanto material como espiritual; material en términos de recursos compartidos, proyectos colaborativos o actividades extracurriculares conjuntas; espiritual al crear elsentido de comunidad y pertenencia que trascendió las fronteras físicas de cada institución. ¿La fe tendrá algo que ver en esta interconexión? Tener confianza en las capacidades individuales y colectivas pudo ser el hilo conductor que ha de permitir unir a estos jóvenes en su camino. 

Al compartir sus historias, desafíos y triunfos, cada estudiante es parte de un relato más grande que resuena profundamente dentro del todo. Así, al mirar hacia adelante con esperanza y determinación, vislumbro un futuro donde cada uno de estos estudiantes tendrá que esforzarse para cumplir sus metas personales. Dios permita que se conviertan en faro de inspiración para otros en su comunidad.

El esfuerzo educativo abre y afianza el futuro

Este ejercicio de proyección no es un juego de imaginación, espero que sea una poderosa herramienta inspiradora para cada estudiante y padre, estableciendo metas claras y alcanzables. En este contexto, la educación es el vehículo que impulsa a cada individuo hacia el éxito. 

En este salto en el tiempo, a través del esfuerzo académico por parte de ciento treinta y tres jóvenes estudiantes, quienes podrán descubrir sus pasiones, desarrollar habilidades críticas y contribuir con la sociedad de manera significativa. La historia muestra ejemplos brillantes de cómo la dedicación y sacrificio transforman vidas; pensemos en nombres como Thomas Edison, quien, tras innumerables fracasos, logró revolucionar el mundo con sus invenciones. 

Además, es esencial reconocer el rol que juegan los padres en este proceso; son ellos quienes, con su apoyo incondicional y guía constante, siembran las semillas del éxito en sus hijos. Un hogar que valora la educación crea espacios propicios para la superación personal. 

En este sentido, vistas algunas de las encuestas que recibí, tanto estudiantes como padres comparten visión común: el deseo de alcanzar metas ambiciosas a través del esfuerzo constante; la colaboración entre ambos será poderoso catalizador para el logro de objetivos académicos. Ahora bien, surge una pregunta profunda: ¿por qué Dios nos habrá orientado a cruzar el camino de estos ciento treinta y tres jóvenes? Tal vez sea porque cada uno de ellos tiene una misión de vida que contribuirá al tejido social, afianzándolo en sus valores y beneficiando a la nación. 

El éxito de cada estudiante puede inspirar a otros a seguir un camino similar. Miremos el futuro con optimismo y determinación, forjemos el destino individual, construyendo el legado colectivo que perdure en el tiempo. 

En un país en constante evolución, la educación se erige como un pilar para el desarrollo de la misma sociedad; en este contexto, imaginemos cómo se proyectan los logros de treinta y dos jóvenes que este año culminaron el bachillerato. En los próximos cinco años, estos jóvenes, su formación académica les brindará las herramientas necesarias para enfrentar los desafíos actuales. Algunos de ellos podrán optar por continuar estudios en universidades, donde se especializarán en áreas como ingeniería, medicina o ciencias sociales, contribuyendo así al avance de sus comunidades. 

Otros podrán desarrollar nuevos emprendimientos que generen empleo e impulsen la economía local. La historia muestra que aquellos que tienen sólida educación son capaces de transformar realidades; pensemos en figuras emblemáticas como el Dr. José María Vargas o Federico Brito Figueroa, cuyas luchas han inspirado a varias generaciones de estudiantes. 

Por otro lado, es importante poner atención a los noventa jóvenes que recientemente finalizaron la primaria; en el mismo período académico, es posible visualizar cómo estos niños y niñas darán pasos hacia el futuro prometedor ingresando al bachillerato. Este proceso implica adquirir conocimientos académicos y desarrollar habilidades socioemocionales que les permitirán interactuar con el entorno formando relaciones significativas. 

La educación es un viaje, cada etapa es un ladrillo en la construcción de su identidad y la capacidad para contribuir a la sociedad. Sin embargo, es doloroso reconocer que no todos tendrán la misma oportunidad. Lamentablemente es así, y el corazón se nos encoge al saber que diez niños con capacidades especiales, autistas y con hipoacusia bilateral y severa, no podrán continuar su trayectoria educativa como debe ser, debido a la falta de instalaciones adecuadas. 

Este hecho subraya una realidad inquietante: aún existen barreras que impiden el acceso equitativo a la educación. Aboguemos por políticas inclusivas que garanticen que cada niño, independientemente de sus condiciones, tenga acceso a entornos educativos adaptados a sus necesidades. La historia enseña que sociedad que invierte en todos sus miembros prospera; por lo tanto, es imperativo unir esfuerzos para crear un futuro donde cada niño tenga la oportunidad de brillar y alcanzar su máximo potencial. 


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