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Cuando Duele Hablar Sin Pelos en la Lengua

Por: Deisy Viana


Para la gente de vocación honesta con la solidaridad y el altruismo no se juega, son prácticas que se hacen parte de la vida misma. Sin embargo, en la realidad que habitamos, estas nobles acciones a menudo se ven entrelazadas con la polítiquería y la partidización, lo que genera una serie de perjuicios sociales que afectan todos los ámbitos de nuestra convivencia.

La politización del altruismo conduce a la deshumanización social, al endurecimiento de los corazones, donde el bienestar colectivo queda eclipsado por intereses personales. En esta dinámica, se olvida que somos seres biosicosociales y espirituales, cuya esencia radica en la conexión y el apoyo mutuo. La sensatez debe prevalecer al evaluar y analizar estas acciones, permitiéndonos identificar aquellos intereses ocultos que se alejan del bien común y que se valen de cualquier medio para frenar la vocación de servicio, por ejemplo la manipulación, el amedrentamiento, la difamación, las críticas destructivas y el desprestigio. 

Es imperativo que la sinceridad despierte y comience a llamar las cosas por su nombre, al pan pan y al vino vino. Diferenciar entre la usura o corrupción y la oportunidad de prosperar sin sacrificar la justicia y las necesidades ajenas es crucial. ¡No lo llame vivo, llámelo tramposo! ¡No lo llame avispado, llámelo abusivo! ¡No lo llame habilidoso, llámelo corrupto! ¡No lo llame fanático, llámelo charlatán!

Cuando ves a alguien agigantarse mientras somete a la parálisis a quienes pudiera considerar su competencia o un peligro latente para sus "intereses" debes encender tus alarmas. La humanidad tiene una larga historia de extender la mano y unirse para servir y ayudar al prójimo, que además es un mandato divino que no debe ser mancillado por la politización y ese partidismo que en vez de unir desune, maltrata y excluye. 

La labor social es una noble profesión, una misión de vida donde el objetivo primordial es ayudar y servir. Las necesidades sociales no conocen de colores políticos ni responden a las inquietudes personales de aquellos que actúan por su propio beneficio. La verdadera medida de un individuo se revela en su capacidad de trascender sus propios intereses en beneficio de los demás. Esta perspectiva es esencial para comprender la importancia de mantener la pureza de nuestras acciones solidarias y disfrutar de la hermosa satisfacción de servir y dar.

Déjame contarte que existen personas temerosas de que otros ayuden a los necesitados y a los más vulnerables, un comportamiento que, según la psicología, puede deberse a una variedad de factores, incluyendo la inseguridad, el miedo a perder el poder o la influencia, y la incapacidad de empatizar con el sufrimiento ajeno. Este temor es perjudicial para la sociedad, ya que inhibe la generosidad y promueve la desconfianza.

Para concluir, recordemos las palabras dichas por Jesús en una enseñanza y que resuenan con fuerza en este contexto: "Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis" (Mateo 25:35). Estas palabras nos instan a actuar con compasión y sin reservas, a hablar sin pelos en la lengua sobre la importancia de la solidaridad,  desinteresada, incluso cuando duele reconocer las verdades incómodas que a menudo se ocultan tras la cortina de la politización y la partidización de la labor social. Había que decirlo y se dijo.

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