Aunque la depauperación causada por el miedo al coronavirus ha sido un flagelo generalizado en buena parte del mundo no todos los sectores de la economía han sufrido por igual o si lo han hecho al menos parecen haber dejado atrás los peores momentos vividos durante el 2020, y esto es precisamente lo que parece haber ocurrido con las materias primas o commodities, que es el nombre con el que las conocen los que invierten o están más familiarizados con el mercado internacional.
Y está no es una aseveración que se haga a la ligera por analistas más o menos excéntricos, sino que es una opinión compartida incluso por quienes, como la OPEP+, más tienen que ganar con la subida de commodities como el petróleo Brent o WTI, dado que esta poderosa organización de países productores opina que la demanda por día de barriles de petróleo crecerá en varios millones este año, a pesar de que en estos momentos la coyuntura internacional y la concatenación de varios otros factores parezcan haberse conjurado para dibujar un futuro cercano aún más pesimista en el plano económico.
2020-2021, los años del metal
Durante los años de bonanza de finales de los años noventa y de principios de los años dos mil, hasta la gran crisis del 2008, las materias primas que históricamente se han utilizado como reserva de valor, como el oro y la plata (aunque también tienen importantes aplicaciones industriales) mantuvieron su precio estable tirando más bien a lo bajo, pero con la llegada de la crisis y el pánico subsiguiente ambos dispararon su precio hasta marcar en el 2011 máximos históricos (máximos hasta esa fecha, dado que el oro pulverizó su máximo durante el comienzo de la pandemia, no así la plata), al contrario de lo que ocurrió con otros metales como el cobre, que parece seguir sus propios patrones distintos a los del oro y la plata, lógico al utilizarse esta materia prima de manera intensiva en la industria, por ejemplo en los cientos de millones de kilómetros de cableado que conectan la pequeña canica azul.
Además de sus utilidades en el mundo materialista e híper tecnificado que caracteriza la tercera década del siglo XXI, y de su uso como reserva de valor, el crecimiento del precio en estas materias primas también está influido por el desgaste que la pandemia ha causado en las redes logísticas mundiales y por el aumento de los precios de la energía, la cual encarece o abarata los precios de toda la cadena de producción y por lo tanto su volatilidad es especialmente relevante en la economía mundial en general y en el mundo de las inversiones en particular, ya que se deberá añadir dicha volatilidad en todos sus análisis.
La volatilidad en el centro del comercio de materias primas
Todo aquel que se dedique al comercio con materias primas, ya sea en los mercados internacionales, en la compraventa de futuros o mediante el trading de materias primas utilizando esas posiciones apalancadas, que permiten invertir con menos capital inicial al precio de aumentar el riesgo de pérdidas más altas y rápidas, debería estar acostumbrado a la volatilidad de los precios, todo lo que sube es susceptible de caer y viceversa y por ello lograr protegerse de la incertidumbre fue precisamente la razón por la que nació el instrumento financiero de los futuros, en los que tanto compradores como vendedores se comprometían a comprar o vender a unos precios en un futuro determinado con el fin de asegurar el suministro o la venta a unos precios rentables.
Mientras el inversor puede utilizar la prensa, el
canal de YouTube del bróker con el que opere y otros medios en abierto para
informarse a la hora de realizar sus estrategias, los Estados utilizan sus
servicios de inteligencia y diplomáticos para tratar de escudriñar más allá del
brumoso futuro, y por si todo falla y es necesario suministrar materias primas
a precios asequibles en casos puntuales los gobiernos mantienen reservas
estratégicas de las mismas, de igual forma que los bancos centrales mantienen
reservas de divisas fuertes y de metales preciosos, y por lo tanto aprovechan
las épocas en las que la cotización es baja para llenar sus depósitos, como por
ejemplo hizo China en abril del año pasado, cuando el precio del petróleo WTI
llegó incluso a cotizar en negativo y el gigante asiático aprovechó las rebajas
para hacerse con todo el oro negro que pudo a precio de saldo.