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Doble Moral: ¿Con qué se come eso?

Por: Deisy Viana

#DéjameContarte que observar a la sociedad desde adentro implicaría hacer una radiografía a las conciencias para medir sus niveles de integridad, es decir, la coherencia entre lo que se piensa, se dice o se hace y eso implicaría un riesgo porque sería como confrontar verdades que por naturaleza generan ardor, ya que la verdad siempre duele a quiénes les carcome el germen de la doble moral.

Un mal que se manifiesta en todas las instancias y contextos de la sociedad, desde la óptica micro a lo macro, cuando se instruyen ciertas normas para controlar una situación en específico, pero se termina haciendo lo contrario. Este tipo de "conducta desviada" además de evidenciar falta de integridad otorga cierta libertad de acción a unos individuos mientras que a otros no, lo cual pone a un grupo de personas en ventaja sobre otras y esto no es más que "injusticia".

La doble moral se ha transformado en  una práctica común en la vida cotidiana, se supone que es un antivalor que debería ser objeto de condena, porque ante la ley todos los individuos deben ser juzgados bajo los mismos criterios y de la misma manera, además, la ley debería entrar por casa.

Un acto de soberana hipocresía es condenar las acciones de un grupo y simultáneamente justificar la misma acción efectuada por otros. Ejemplos hay muchos, desde el padre que le enseña al hijo que mentir es malo, pero luego le ordena mentir cuando le llega alguien cobrando; la maestra que manda un sinfín de tareas a sus estudiantes y al momento de corregir le da flojera leer para evaluar con objetividad. De igual forma los que en la semana de prevención radical usan la respectiva mascarilla como medida preventiva de transmisión del virus Covid-19 pero en la semana de flexibilidad se olvidan de toda forma de contagio exponiéndose a los riesgos; comerciantes que se quejan del alto costo de la vida pero no les duele torturar a la gente con incrementos diarios de precios supuestamente acordes al valor que la mano invisible le da al dólar paralelo, pero cuando éste baja mantienen los mismos precios o siguen aumentando sin razón. Eso es doble moral.

 

Promover discursos contra del consumismo, pero  al mismo tiempo cambiar de dispositivos electrónicos en cada lanzamiento y despilfarrar  dinero en artículos "de marca" o tomar el nombre de Dios en vano para simular una súper fe cuando en realidad se trata del camuflaje perfecto para disimular las intenciones perversas de alcanzar un enriquecimiento ilícito; así como desarrollar políticas públicas para satisfacer necesidades básicas de la gente que terminan siendo el trampolín para el enriquecimiento ilegal de algunos.

Los ejemplos que se pueden mencionar son innumerables y pudieran considerarse como una  "pequeñez" pero los daños sociales que la suma de ellos provocan son inmensurables, porque la parcialidad es un veneno y una práctica que  va en contra de los valores éticos, morales y convencionalismos sociales que deberían regir el orden en el comportamiento de la ciudadanía.

Aunque la doble moral puede surgir por varias razones, y no en todos los casos debe existir mala intención de parte de quien la pone en práctica, igualmente no se justifica su aplicación. En pocas palabras, ¡la ley del embudo pues!. Por eso urge que prevalezca la sensatez de quiénes no adolecen por falta de conciencia.  Mantener la reflexión permanente y tener el coraje de aceptar los errores para su debida corrección, generar una autoevaluación constante de la escala de valores,  tener la madurez necesaria para aceptar críticas y  la capacidad de medir cuánto daño pueden generar esas "inofensivas acciones o discursos"  que calan en lo inmoral y que terminan provocando consecuencias nefastas que día a día degradan a nuestra sociedad desde lo individual hasta lo colectivo, echando en un saco roto cualquier esfuerzo por lograr que las cosas funcionen bien.

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