La Organización Mundial de la Salud (OMS) define al estrés como el conjunto de reacciones fisiológicas que preparan al organismo para la acción; algunos autores mencionan que es una respuesta natural y de vital importancia para la supervivencia de los individuos.
Esto quiere decir que nuestro organismo está preparado para realizar diversos cambios cuando es necesario y puede volver a su estado natural sin que esto suponga sufrir consecuencias irreversibles. Sin embargo, cuando sufrimos de un estrés crónico, el cerebro podría verse afectado tanto a nivel funcional como a nivel estructural o anatómico.
¿Cómo afecta el estrés al cerebro?
De acuerdo con datos de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, el estrés genera una respuesta a nivel bioquímico, en la que el cerebro controla la liberación de una serie de sustancias, principalmente glucocorticoides. Éstos se secretan en la corteza suprarrenal y son: el cortisol, la cortisona y la corticosterona, siendo el cortisol el más importante.
El cortisol se libera como respuesta al estrés produciendo un aumento de energía en el organismo al aumentar el nivel de azúcar en la sangre. A la vez que se produce este aumento de energía también se ralentizan o suprimen otros sistemas, como el sistema inmune, la respuesta sexual o el aparato digestivo. Por eso es que quienes sufren de estrés se ven afectados por problemas estomacales, catarro, colitis, entre otras enfermedades.
1. Debilita las células cerebrales
Cuando las personas estamos sometidas a un estado de tensión o agobio mantenidos en el tiempo implica más presencia de cortisol en la sangre teniendo como consecuencia la debilitación gradual de células cerebrales.
2. Provoca cambios en la estructura cerebral
Una investigación de la Universidad de California en Berkely encontró que el estrés crónico puede provocar cambios a largo plazo en el cerebro. Los investigadores descubrieron que el estrés crea más células productoras de mielina, pero menos células de lo normal. El resultado es un exceso de mielina en ciertas zonas del cerebro, lo que interfiere en la sincronización y el equilibrio de la comunicación en las diferentes áreas cerebrales.
3. Reduce su tamaño
Otra de las consecuencias a nivel cerebral del estrés y que está relacionada con la reducción del tamaño de la corteza prefrontal y el hipocampo son las alteraciones emocionales que se dan en personas que sufren depresión.
Los cambios a nivel anatómico como consecuencia del estrés no sólo se reflejan en una reducción de su volumen, sino que además existe una reducción en la densidad neuronal y una serie de alteraciones en el flujo sanguíneo del cerebro.
4. Mata neuronas
En un estudio, hecho por investigadores de la Universidad Rosalind Franklin, reveló que un solo evento estresante puede matar neuronas en el hipocampo. El hipocampo es la zona del cerebro asociada a la memoria, las emociones y el aprendizaje, y una de las zonas donde se forman nuevas neuronas durante toda la vida.
En los experimentos, realizados con ratas, se observó que las ratas sometidas a eventos estresantes tenían niveles de cortisol hasta seis veces más elevados que el de las ratas que no habían sufrido un evento estresante.
También se encontró que las ratas jóvenes sometidas a bajo niveles de estrés habían generado el mismo número de nuevas neuronas que las que no habían experimentado el estrés. Se descubrió que mientras que el estrés no pareció influir en la formación de nuevas neuronas, sí afectó a las células que sobrevivieron.
5. Puede provocar un derrame cerebral
Una de las enfermedades más graves que se pueden ocasionar por estrés crónico es la posibilidad de sufrir un derrame cerebral.
Esto puede explicarse por esta reducción drástica en la circulación sanguínea del cerebro, ya que, los nervios y las venas comienzan a contraerse obstruyendo el suministro de sangre, oxígeno y nutrientes.
A su vez, llega menos cantidad de sangre al corazón por lo que se va a ver obligado a bombear más rápido para conseguir oxígeno, por ello, uno de los síntomas que más se sienten en personas estresadas son aceleración del ritmo cardíaco (palpitaciones), sudoración, miedo, frío en la manos, dolor de cabeza y en algunos casos, sienten que no pueden respirar.