Geraldina Colotti,
periodista y escritora italiana
“Las armas biológicas
producen un daño mucho mayor que cualquier dispositivo militar convencional”
Geraldine Colotti,
expresa su parecer acerca de las armas biológicas creadas en laboratorios con
fines militares. Menciona con criterio periodístico, sin dejar de lado el rigor
científico, el peligro que supone la utilización de toxinas biológicas en las
filas de las armas no convencionales.
“Junto con las armas
nucleares, químicas y radiológicas, las bacteriológicas son parte de las armas
de destrucción masiva. Pueden provocar daños mucho mayores que cualquier
dispositivo militar convencional”, indica, al mismo de agregar que las armas
biológicas, “utilizan organismos o toxinas con fines ofensivos, tienen alto
grado de peligro, ya que pueden provocar la muerte en unas pocas horas.
“Por otro lado,
necesitan un período de incubación antes de que aparezcan los síntomas. Un
virus que afecta a una persona puede infectar a muchas otras con el mismo
peligro, incluso si la infectada se aleja del área. Esto hace que la persona
infectada parezca sana y, sin saberlo, difunde la patología de la cual es
portador”.
En referencia los
antecedentes del uso de armas letales, recuerda que es “en el siglo pasado que
llegamos a la definición de armas de destrucción masiva. Por ejemplo, en
1935, durante la invasión de Etiopía, Mussolini usó bombas y balas de gas
hyprite. Las armas biológicas reales aparecieron más tarde, sobre todo para el
desarrollo de la biotecnología. Sin embargo, la capacidad militar de los virus,
bacterias y toxinas ya era bien conocida por los japoneses durante la Segunda
Guerra Mundial”.
EXPERIMENTOS
“Pero también en
Europa, el Reino Unido comenzó experimentos biológicos para crear armas contra
Alemania y experimentó en la isla de Gruinard en Escocia. Las esporas de ántrax
también se probaron en ovejas. Entre 1950 y 1953, Estados Unidos probó armas
bacteriológicas experimentales en Corea y entre 1961 y 1975, empleó al Agente
Naranja en Vietnam”
“Durante la
"guerra fría", Estados Unidos, que había tomado posesión de los
estudios bacteriológicos realizados por enemigos derrotados, acusaron a la
Unión Soviética de realizar experimentos secretos2.
Colotti acota que “Desde
entonces, los laboratorios militares han recorrido un largo camino,
oficialmente para buscar vacunas cuando surgen nuevos virus o para protegerse
de una posible guerra biológica o del "bioterrorismo" como, por
ejemplo, sucedió con los sobres de ántrax enviados por una secta en los Estados
Unidos después del 11 de septiembre de 2001”.
“Tras la caída de la
Unión Soviética, la supuesta existencia de "armas de destrucción
masiva" fue el pretexto para atacar a Irak, luego para imponer sanciones a
Irán, y ahora acusar a China de propagar la pandemia de coronavirus. Por
supuesto, también ocurre lo contrario, y lo vemos en esta coyuntura. El miedo a
las armas biológicas, construidas en el laboratorio, recuerda a un enemigo
invisible y un terror ciego que el imperialismo utiliza como factor para
controlar el conflicto social.
AGENTES DE CONTAGIO
“Básicamente, se pueden
rastrear hasta cinco agentes diferentes: virus como la viruela, el ébola o la encefalitis
equina venezolana. Bacterias que causan la peste bubónica. Microorganismos que
causan fiebre tifoidea. Hongos, como Aspergillus. Toxinas, producidas por
microorganismos, plantas o animales. Los virus y los patógenos pueden afectar
el cuerpo humano y llevarlo a la muerte. Los territorios, las aguas, los
alimentos y los animales también pueden contaminarse”.
“También existe un
fenómeno de transmigración de virus que normalmente existe en el cuerpo de
algunos animales salvajes como el murciélago sin causarles ningún daño,
comienzan a transmigrar en el organismo humano, infectándolo mortalmente, como
está sucediendo ahora, y anteriormente. Este fenómeno no es nuevo, pero se ha
acelerado debido a la proximidad antinatural de estos animales a la ciudad,
debido a la destrucción de su hábitat y por el aumento poblacional en la
metrópoli”.
Consultada sobre los
motivos de EE.UU de negarse a reforzar el tratado de 1972 sobre armas químicas
y biológica, la escritora refiere “los
argumentos utilizados oficialmente”, refiriéndose a “la
naturaleza científica que significa construir vacunas contra los nuevos virus y
aquellos
de origen militar que se traduce en algo así como la seguridad de los
Estados Unidos contra el "bioterrorismo. Los programas antiterroristas y
la "vigilancia biológica" están en primeros lugares en la agenda del
FBI y la CIA”.
“Dada la fuerza del
complejo militar-industrial, los intereses detrás de este tipo de actitud son
gigantescos. Además, como se ve claramente en este período con la violación de
la legalidad internacional por parte de los EE. UU contra Venezuela y su
presidente Nicolas Maduro, así como Israel hacia los palestinos, a pesar de las
numerosas resoluciones de la ONU”.
“La arrogancia
imperialista no se detiene frente a las reglas, pero cuando no sirven a sus
intereses, las viola o crea instituciones internacionales artificiales como el
Grupo de Lima, etc.
“No hay suficientes
herramientas de control internacional. Y luego, en un mundo basado en la
injusticia social, ¿quién controla a los controladores?
ANTAGONISMOS
“El coronavirus muestra
el contraste evidente de dos modelos: uno, el capitalista liderado por Estados
Unidos, que piensa en primer lugar en las ganancias y no en los trabajadores
que las producen. El otro, el socialista que, comenzando desde China, pero
sobre todo con Cuba y Venezuela, prioriza la seguridad y protección de los
trabajadores y sectores populares”.
“La muy alta pérdida de
vidas en los países capitalistas, y ahora particularmente en los Estados Unidos,
demuestra la naturaleza criminal del imperialismo estadounidense y sus
vasallos. No es necesario inventar teorías anti-científicas, sino prepararnos
para enviar este sistema capitalista a la basura de la historia”.