Por
ahí dicen que tener un amigo es como tener un tesoro, por lo valioso que
implica contar con alguien en todo momento. Saber que está ahí, aunque esté
ausente físicamente. La amistad es un afecto que vamos experimentando a medida
que crecemos. Y se basa sobre todo en lealtad, solidaridad, compromiso, por
supuesto esto de manera recíproca.
Pero
con lo que hemos vivido como sociedad, la amistad se ha puesto a tambalear en
estos tiempos donde todo es desconfianza. Los engaños, la fulana viveza
criolla, el quítate tú pa' ponerme yo; nos ha puesto en una situación donde las
frases “debes tener malicia" ó “piensa mal y acertarás” son como una
oración ya establecida.
El
detalle cuando alguien nos falla, es que nos hiere, el ego, los sentimientos. A
veces no es por lo que hizo, sino por lo que esa persona significaba para
nosotros. Por eso nos afecta tanto.
Ninguno
está libre de haber sufrido un engaño y si no te ha pasado, no estás exento de
que suceda. El punto es que luego de eso, muchos se desvían al extremo de la
desconfianza, porque ya te pasó una vez y no quieres que vuelva a ocurrir,
entonces a lo criollo dices: ya estoy picao de culebra.
Esas
malas experiencias nos marcan de tal manera que ya no creemos en nadie, “ni que
me recen diez padres nuestros". Entonces tomas una actitud defensiva para
protegerte del dolor. Sin embargo, condicionar lo que somos porque alguien nos
falló, es como no comer algo que te gusta y te hace feliz, porque luego se va a
acabar.
Parte
de la humanidad que nos falta, es por la misma desconfianza en la que vivimos. Pero
dar más de ti, confiar en la gente, creer que sí hay buenas personas aún, eso genera
paz y esa paz la irradias.
No
es pensar que nadie te va a fallar, es tener la certeza de que aunque lo hagan,
podrás superarlo. No es taparte los ojos, es abrirlos a conciencia, pero sin dar
por sentado que al final habrá engaño. Porque la verdad es que no tiene que
haberlo.
Si
das lo mejor de ti en todo momento, si eres capaz de confiar, de dar el
beneficio de la duda, al menos hasta que con hechos te demuestren lo contrario,
te darás cuenta que hay muchísimas personas que sí se lo merecen. Lo más seguro es que recibas a cambio:
honestidad, respeto, cariño; y si no, no te angusties, el que no lo aproveche,
definitivamente se lo pierde.
Keimary
Ruiz H. / @keiruizh