El resultado electoral del 20 de mayo
arrojó las siguientes cifras en el primer boletín presentado por Tibisay
Lucena: el presidente Nicolás Maduro fue reelecto, según el último
boletín del CNE, con 6.190.612 votos. Le sigue Henri Falcón con
1.917.036 y luego Javier Bertucci con 988.761. La participación
electoral fue de 46,02% del registro electoral y estas tendencias fueron
publicadas alcanzando el 98,78%% de los votos escrutados (9.132.655
sufragios en total).
Estos resultados consolidan nuevamente
la posición triunfante del chavismo en una seguidilla de tres
elecciones, posteriores a la de la elección a la Asamblea Nacional
Constituyente en julio pasado. Maduro alcanza más del 67% de los votos,
siendo el presidente porcentualmente más votado desde 1958.
La ratificación de la hegemonía chavista
viene con un dato sólido, políticamente muy relevante. En medio de una
consistente adversidad económica, el chavismo supera sus cifras, las que
obtuviera en la emblemática elección ganada por la oposición: las
parlamentarias de 2015. En esa justa el chavismo obtuvo 5.622.844 votos.
El resultado matemático supone, para las
fuerzas opositoras, una severa fragmentación electoral que se aprecia
desde varias cifras. Una de ellas es la notable ausencia de los
opositores que asintieron la convocatoria a la abstención y que
contribuyeron para el nada usual resultado de participación de menos del
50% del padrón electoral venezolano.
Para Venezuela ese dato será un insumo
de señalamientos, especialmente los que van a formularse desde el frente
externo y las estructuras hegemónicas de comunicación, aunque para ello
se emplee el doble rasero que desconozca otras realidades en la región.
Como las presidenciales de Chile de 2013 que tuvo un 59% de abstención,
o la reelección de Piñera en 2017 con 55% de abstención; por otro lado
Colombia tuvo en sus parlamentarias de este año un 51% de abstención.
Evidentemente los señalamientos serán selectivos hacia Venezuela.
La ausencia de electores agrupados en
los partidos de la abstención significó la ampliación de la ventaja de
Maduro. Una paradoja electoral que coloca el resultado favorable al
chavismo como desproporcionado. No obstante el chavismo se mantiene en
sus históricos recientes, hay que recalcarlo, en medio de una trama
económica y política muy adversa, agravada con presiones externas y
medidas de asfixia económica y comercial que recaen fuertemente en los
sectores populares. Un referente electoral de actitud ejemplar e
irreductible de la militancia chavista.
Henri Falcón alcanzó el 22% de los votos
y Javier Bertucci poco más del 10%. Si sumamos sus votos, que son menos
de 3 millones, ambas tendencias representan un nuevo mínimo histórico
para fuerzas antichavistas. Se destaca el dato de que técnicamente
Bertucci ha roto la polarización que ha dominado la política venezolana,
irrumpe como tercera fuerza política, sólida en términos porcentuales y
con casi 1 millón de votos en su haber. Nada mal para una novísima
fuerza política.
Falcón se pronunció previo a los
resultados. Pese a sus señalamientos de “ventajismo” y críticas a los
puntos rojos de la plataforma chavista, efectuó una crítica directa al
resultado que se ha producido por defecto de la abstención aupada por
otros sectores antichavistas. “Hoy queda claro que esa propuesta de
llamar a la abstención, ha dejado atrás una oportunidad extraordinaria
para darle cauce cierto a la tragedia que vive Venezuela”, dijo el
candidato en declaraciones ante medios y luego desde su cuenta en
Twitter.
Maduro ejecutó sólidamente la acción política y por ello resultó favorecido
Falcón señaló que “no reconocerá” los
resultados, delegando nuevamente en el CNE y en el chavismo las
disparidades electorales que significaron su derrota, derivada del poco
apresto político de su candidatura y su debilidad frente a otros
partidos que lo boicotearon. Dijo que el proceso “no fue real” y por eso
ha solicitado que se convoque a “nuevas elecciones”, propuestas para
octubre, esperando que éstas se realicen “sin ventajismos”. Lo que en
términos políticos es una incongruencia, pues su misma solicitud de
nuevos comicios desmonta sus propios señalamientos sobre el árbitro.
No obstante y pese al pobre resultado
para Falcón, éste ha ganado un lugar de privilegio con el que no contaba
hasta hace unos meses. Luego de ser un actor de segunda en la Mesa de
Unidad Democrática (MUD), Falcón pasa al primer nivel como conductor y
rostro electoral de la oposición. Como abanderado de la facción moderada
y electoral de la oposición, ha asumido la conquista de espacios
cautivos que dejó el antichavismo abiertamente violento, abstencionista y
promotor del asedio externo.
La posición de Falcón relega a factores
de la política interna que trasladaron su posición al extranjero,
aspirando de éste la desestabilización total y desplazamiento del
chavismo. Son instancias de la MUD fragmentada que perdieron toda
capacidad de conducción política de sí mismos y están ahora a la sombra
de los designios de la Administración Trump, Luis Almagro y el Grupo de
Lima. Son ahora una instancia política que pierde el rol beligerante en
la política local y que pierden progresivamente capacidad de inferir en
la política desde el ámbito interno por medios propios. El protagonismo o
agotamiento de estos agentes no está en sus propias manos, por lo cual
debe preverse por ahora como indeterminado.
Por importantes que sean estas
elecciones y sus resultados en el ámbito de la política interna de
Venezuela, lo son más todavía en el ámbito de la situación de Venezuela
de cara a su frente externo. La cuestión internacional se proyecta en
incremento. El escalamiento y amplificación de presiones contra la
institucionalidad venezolana es previsible desde este escenario. Este
será el factor de definición. Venezuela seguirá en medio de un juego de
potencias, donde los posibles espacios de acciones y decisiones estarán,
algunos de ellos, fuera de Caracas.
Maduro ha dado un discurso al saberse
reelecto donde se declara triunfante, más allá de las cifras. Ha hecho
una proclamación de la victoria política del chavismo en su apreciación
más sustantiva. Subestimado y señalado, ha dado otra lección enorme en
política. Ha explotado a máximo nivel y como nunca se había hecho en la
política venezolana las fragmentaciones y debilidades del adversario,
con sólo mantener su postura inamovible de someter los destinos
nacionales a la medición política. La defensa del derecho a la política,
algo que podría considerarse elemental, fue para Maduro una acción que
ejecutó sólidamente y por la cual resultó favorecido.
Maduro ratificó acceder al respaldo
político que ha demandado para asumir pendientes que habían sido
relegadas por la eventualidad electoral que se ha consumado. En
referencia a la materia económica, principal deuda del chavismo, ha
hecho advertencias sobre acciones y resultados que son esperados por las
grandes mayorías nacionales. Escenarios que están por vislumbrarse.
Misión Verdad