El
último informe de ACNUR indica que hay 7.000 desplazados en Colombia en
lo que va de 2017, de los cuales 90 por ciento se generaron por el
paramilitarismo.
Fuente: Telesur
| Foto: Milton Henao |
La violencia
paramilitar parece estar lejos de desaparecer en Colombia y se configura
como el obstáculo más grande en el propósito de consolidar una paz
estable y duradera para los colombianos tal y como quedó consignado en
los acuerdos de La Habana.
Los grupos neo
paramilitares, herederos del paramilitarismo o Bandas Criminales como
los llama el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos, siguen
generando amenazas, asesinatos y desplazamiento en los territorios.
El hecho más
reciente tuvo lugar el pasado 12 de julio en San José de Apartadó,
jurisdicción del municipio de Apartadó en Antioquia (noroeste), cuando
las viviendas de sus habitantes amanecieron con graffitis que anunciaban
la llegada de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia.
“AGC llegamos para
quedarnos” se lee en los letreros que fueron dejados por integrantes
las autodenominadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia.
Las denuncias no se hicieron esperar por parte de los habitantes de
las 32 veredas que componen este corregimiento ubicado en el Urabá
antioqueño, escenario de los capítulos más cruentos del accionar
paramilitar.
La respuesta de
miembros de la fuerza pública que hace presencia en ese territorio ante
las denuncias generó más temor que los propios grafittis. “Lo triste es
que las autoridades están diciendo que fue la misma comunidad y que no
pasa nada“ sostiene un campesino de la zona con el que dialogamos y
quien nos pidió la reserva de su identidad.
Ante la poca
respuesta institucional, los habitantes de esta región procedieron a
borrar los letreros y en cambio dibujaron paisajes alusivos a la paz.
“Vamos a cerrar una página y juntos abriremos una nueva historia donde
la reconciliación sea la protagonista” dice uno de los mensajes escritos
por los campesinos. Ver fotos.
Es conocido que en
la década de 1990 y 2000 tras la aparición de letreros que dieron
cuenta de la llegada de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, le
siguieron la ejecución de varias masacres en esta región del país.
La última de estas masacres ocurrió el 21 de febrero del 2005
cuando integrantes del grupo paramilitar Héroes de Tolová asesinó a ocho
campesinos, entre ellos una niña que cuya garganta le fue cortada con
arma blanca, según los testimonios de la comunidad.
“Siguen detrás de este territorios, de esta serranía, de todos los recursos que hay en estas tierras”, sostiene el campesino.
La nueva arremetida
del paramilitarismo ha generado recientes violaciones a los Derechos
Humanos en Colombia. El último informe de la oficina la Agencia de la
ONU para los refugiados (Acnur) da cuenta de 7.000 desplazados en lo que
va corrido del 2017, de los cuales 90 por ciento son autoría de grupos
paramilitares según expertos en el conflicto. A ello se suma las
amenazas en contra de líderes sociales y los asesinatos que ya llegan a
68 este año.
Hoy la realidad
para estas comunidades sigue siendo compleja pese al proceso de paz
firmado entre las FARC-EP y el Gobierno y que paradójicamente ha
generado otras dinámicas de violencia.
Esto se explica,
según el último informe de la Fundación Paz y reconciliación, por la
poca presencia del Estado en los territorios que fueron dejados por
las FARC-EP. De acuerdo con el informe, de los 242 municipios en donde
hacía presencia las FARC-EP, 74 han sido copados por grupos
paramilitares.
Cabe resaltar que
el Urabá antioqueño, ha sido una de las regiones de Colombia que más ha
sufrido la violencia paramilitar. En San José de Apartadó los
asesinatos ejecutados por el paramilitarismo llegan a 300 homicidios,
que se suman a un sinnúmero de campesinos que salieron desplazados de
sus territorios.