A quien le caiga.
Corrupción, desidia y oportunismo en la sombra del ideal revolucionario.
Julio Ramos.
La Revolución Bolivariana nació con la promesa de un futuro más justo e igualitario para el pueblo venezolano. Sin embargo, a lo largo de los años, la sombra de la corrupción, la desidia y el oportunismo se ha alargado, traicionando los ideales originales y minando poco a poco millones de personas que aún creen en el proceso Revolucionario, como el sistema de justicia social, democrático y participativo.
Esta tríada tóxica, enquistada en las estructuras del poder, se ha convertido en un obstáculo para la construcción de la patria soñada.
El corrupto, vestido con el ropaje revolucionario, se aprovecha de su posición Muchas veces en puestos políticos de elección popular, enriquecerse a costa del erario público. Sus ansias de poder y dinero los lleva a Pedir porcentajes por favores concedidos, para abrir puertas, y contactar con funcionarios que se encuentran en importante dependencias Estatales que manejan Recursos..
En esta maraña de conductas contra Revolucionarias, rastreras. Los recursos destinados a la salud, la educación y la alimentación del pueblo son desviados hacia cuentas privadas, perpetuando la desigualdad y la pobreza que la Revolución aún promete erradicar. Una deuda pendiente y que el presidente Nicolás Maduro. Menciona en sus mensajes a la población. A todo esto se suma las políticas genocida del imperio más criminal que a existido, y que en su prepotencia imperial insiste en subyugar la economía de quienes no ceden a sus designios.
Este flagelo de la corrupción no solo desangra al país materialmente, sino que también erosiona la moral y la fe en el proyecto bolivariano.
A su lado, el flojo, escudado en la retórica revolucionaria, se convierte en cómplice de la corrupción con su inacción y desidia. Su falta de compromiso y su ineficiencia obstaculizan el desarrollo del país y perpetúan la dependencia y la precariedad. La indolencia y la falta de responsabilidad se convierten en un caldo de cultivo para la corrupción y la impunidad.
Completando la tríada, el oportunista, camuflado con la bandera revolucionaria, se adapta a las circunstancias para obtener beneficios personales. Sin convicciones ni principios, se arrima al poder para sacar provecho de la situación, traicionando los ideales de justicia social y contribuyendo a la descomposición del sistema.
Esta tríada tóxica, corrupto, flojo y oportunista, representa una traición a los principios fundamentales de la Revolución Bolivariana. Para recuperar la esencia del proyecto y construir la patria soñada, es necesario combatir con firmeza estos vicios que corroen las bases del sistema. Se requiere una profunda renovación moral, una lucha frontal contra la corrupción y la impunidad, y un compromiso real con la eficiencia y la responsabilidad para honrar la memoria de Chávez y el legado de la Revolución.