El Fuego de la írresponsabilidad.
Las redes sociales y la vulnerabilidad de personas con discapacidad
Periodista Julio Ramos
X : @Jr_periodista.
La imagen de una joven de 23 años, envuelta en llamas durante una transmisión en vivo de TikTok, debería helar la sangre de cualquier persona con un mínimo de sensibilidad. Este horrendo acto, consecuencia de un desafío cruel y un engaño despiadado, no es sólo un hecho aislado, sino un síntoma de una enfermedad más profunda: la irresponsabilidad en el uso de las redes sociales y la extrema vulnerabilidad de las personas con discapacidad en este contexto digital.
La víctima, quien celebraba su cumpleaños y padece discapacidad visual, musculoesquelética y neurológica, fue manipulada por Enderver Jesús Villasmil Montiel (26) y una joven de 16 años (ambos detenidos), y Mary Elena Peña Villasmil (22), aún prófuga. La promesa de un regalo que se convertiría en dinero, un anzuelo mortal en el mar de la desesperación y la ingenuidad, la llevó a incendiarse, sufriendo quemaduras de segundo y tercer grado en el 75% de su cuerpo.
Este acto, transmitido en vivo, se convirtió en un espectáculo macabro para el morbo de desconocidos, un reflejo de la falta de empatía y la banalización de la vida humana en el mundo digital.
El caso de esta joven no es un hecho aislado. Las redes sociales, con su veloz difusión y su cultura de la inmediatez, se han transformado en un terreno fértil para la manipulación y el abuso. Para las personas con discapacidad, que a menudo enfrentan barreras en el acceso a la información y la inclusión social, este entorno digital puede resultar especialmente peligroso.
Su mayor vulnerabilidad ante la manipulación, la falta de acceso a la verificación de la información y la dificultad para comprender las implicaciones de sus actos en línea, los convierte en blancos fáciles de depredadores digitales.
La promesa de dinero, tan atractiva para alguien en situación de vulnerabilidad, se convierte en un arma poderosa en manos de los manipuladores. La falta de recursos económicos, la precariedad y la búsqueda de oportunidades, amplificadas por la presión social ejercida en las redes sociales, contribuyen a la toma de decisiones impulsivas y desastrosas.
Este terrible suceso exige una reflexión profunda sobre nuestra responsabilidad individual y colectiva. Las plataformas digitales deben asumir un papel más proactivo en la prevención de este tipo de actos, implementando mecanismos de seguridad más eficientes y políticas de moderación más estrictas.
Es necesario invertir en la alfabetización digital inclusiva, brindando a las personas con discapacidad las herramientas y el conocimiento necesarios para navegar de forma segura en el mundo online. Se requiere también una mayor conciencia social sobre la vulnerabilidad de este grupo y la necesidad de protegerlos de la explotación y el abuso.
El fuego que consumió a esta joven debe servir como un llamado de alerta para que, como sociedad, nos comprometamos a construir un entorno digital más seguro y equitativo, donde la discapacidad no sea un factor de riesgo, sino una dimensión más de la diversidad humana que merece protección y respeto.
En repuesta a todo lo ocurrido el Tribunal Supremo de Justicia, anunció una multa de diez millones de dólares a esta red social, Tík Tok, para la atención a las víctimas de las redes sociales por estos "Retos virales", esta decisión a mi criterio acertada a sido vanalízada por los internautas dejando ver la poca empatía y sensibilización con este tema, siempre politizando un tema que no tiene color político ya que se trata de la salud física y mental no solo de personas vulnerables, Se trata de toda una sociedad que hoy sucumbe a los likes y vídeos virales estúpidos y sin sentido.
La memoria de esta joven, víctima de una violencia digital brutal, debe impulsar un cambio real y profundo en la Legislación venezolana y en la forma en que interactuamos en línea.
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