¡Échenle Bolas, Sí se puede!
Por Deisy Viana
La frase "echarle bolas" es una expresión muy común en Venezuela y tiene un origen interesante. Surgió entre los años 40 y 50, durante un período de remodelación en Caracas. En esa época, la ciudad estaba dejando atrás su aspecto pueblerino y modernizándose, lo que implicaba la demolición de muchas construcciones antiguas.
Para llevar a cabo estas demoliciones, se utilizaban grúas con grandes bolas de hierro que golpeaban los edificios para derribarlos. Los trabajadores y espectadores, al ver la dificultad de la tarea, comenzaron a animar a los operarios gritando "¡Échale bola, échale bola!", refiriéndose a la bola de demolición. Con el tiempo, esta frase se incorporó al vocabulario cotidiano de los venezolanos, simbolizando esfuerzo, perseverancia y trabajo duro.
Déjame contarte que la Universidad de Carabobo, con su imponente campus en Bárbula, se viste de gala cada año para celebrar la tradicional marcha de los graduados. Este evento, cargado de simbolismo y emoción, marca el cierre de una etapa llena de sacrificios y el inicio de una nueva llena de esperanzas y sueños. Este año, tuve el honor de vivir esta experiencia de cerca, acompañando a mi hija en su marcha como futura ingeniera química.
El recorrido comenzó en la azotea del edificio de ingeniería, un lugar emblemático que ofrece una vista panorámica del campus. Los graduandos, con sus birretes decorados de manera colorida y creativa, se reunieron llenos de entusiasmo y alegría. Los pitos resonaban en el aire, mezclándose con las risas y los gritos de alegría de los familiares y amigos que los acompañaban. La marcha avanzó por cada pasillo del recinto, un recorrido que simbolizaba el arduo camino recorrido durante los años de estudio.
Cada aula que los graduandos visitaban se llenaba de vida con la consigna "¡Échenle bolas, sí se puede!", un grito de aliento para los estudiantes que apenas comienzan su travesía académica. Este lema, repetido con fervor, encapsulaba el espíritu de perseverancia y determinación que caracteriza a los estudiantes de esta casa de estudios.
La marcha no solo representaba un recorrido físico, sino también un viaje metafórico a través de los esfuerzos, sacrificios, decepciones y retos vencidos. Cada paso dado por los graduandos era un testimonio de las largas noches de estudio, los exámenes desafiantes y los momentos de duda superados con el apoyo incondicional de sus familias. Para nosotros, los padres, ver a nuestros hijos alcanzar esta meta es un recordatorio de que cada sacrificio valió la pena.
El clímax de la celebración llegó con un encuentro musical engalanado por el Sistema de Orquestas Sinfónicas de Venezuela. Al ritmo de tambores y melodías sinfónicas, los graduandos bailaron con alegría en los mismos pasillos donde, con sudor y lágrimas, se esforzaron para alcanzar su meta. La música, vibrante y emotiva, resonaba en cada rincón, llenando el ambiente de una energía contagiosa.
La celebración continuó con una gran caravana de vehículos que se dirigió al Colegio de Ingenieros, donde se llevó a cabo un hermoso compartir familiar. Este momento de unión y alegría fue la culminación perfecta de un día lleno de emociones. Ver a mi hija graduada, llena de nuevas ilusiones y lista para enfrentar la próxima etapa de su vida profesional, me llena de un orgullo indescriptible.
Reflexionando sobre esta experiencia, me doy cuenta de la importancia del apoyo familiar en el logro de los sueños. La familia es el pilar fundamental que sostiene a los estudiantes en sus momentos más difíciles, brindándoles el ánimo y la fuerza necesarios para seguir adelante. Como dice el versículo bíblico en Proverbios 22:6: "Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él". Este versículo nos recuerda la importancia de guiar y apoyar a nuestros hijos en cada paso de su camino, asegurándonos de que siempre tengan la confianza y el valor para alcanzar sus metas.
La marcha de los graduados en la Universidad de Carabobo es más que una tradición; es una celebración de esfuerzo, perseverancia y triunfo. Es un recordatorio de que, con dedicación y apoyo, todo es posible.
Hay que seguir "echándole bolas" porque se debe seguir adelante a pesar de las dificultades, con disciplina y constancia para que cuando se alcancen las metas, decir con satisfacción: Sí pude...