¡No Les Des Dinero, Mejor Dales Amor!
¿Con Qué se Come Eso?
Por: Deisy Viana
Una frase que nos desafía a mirar más allá
de las soluciones inmediatas, los pañitos de agua tibia y a comprometernos con
un cambio profundo y duradero. Nos invita a ser parte de la solución,
ofreciendo no solo recursos materiales, sino también amor, apoyo y
oportunidades para un futuro mejor. Pero ¿Cómo se logra esto? Cuando a veces
pareciera que esos muchachitos no les duelen a nadie. Es ahí cuando ¡me arde la
indolencia ajena! Porque la impunidad se abraza a los vacíos legales y a la
falta de voluntad de quienes teniendo la potestad de hacer algo no lo hacen
¿será porque ninguno de esos niños es familia de ellos? Desmembremos la frase...
Esta expresión se ha convertido en un lema
significativo en campañas de protección infantil, especialmente para aquellos
niños en situación de calle. Exploremos más
allá de la frase desde perspectivas sociales, psicológicas, sociológicas y
axiológicas, y analicemos las consecuencias y responsabilidades asociadas para
saber con qué se come eso.
Desde un punto de vista social, es importante abordar las causas subyacentes
de la situación de los niños en la calle. Regalarles cosas, alimentos o dinero
puede proporcionar un alivio temporal, pero no resuelve problemas estructurales
como la pobreza, la falta de acceso a la educación y la explotación infantil.
Al ofrecer amor, apoyo y recursos, se busca integrar a estos niños en programas
que les brinden un futuro más estable y seguro. Las campañas que promueven esta
idea, como la iniciada por el Instituto Autónomo Nacional de Derechos de Niños,
Niñas y Adolescentes (Idenna) en Venezuela, enfatizan la necesidad de una
comunidad que proteja y cuide a sus niños y niñas.
Psicológicamente, el amor y el apoyo
emocional son fundamentales para el desarrollo saludable de un niño. Los niños
en situación de calle a menudo carecen de vínculos afectivos estables, lo que
puede llevar a problemas de autoestima, ansiedad y depresión. Proveer amor y
cuidado puede ayudar a estos niños a desarrollar una sensación de pertenencia y
seguridad, cruciales para su bienestar emocional y mental. La atención
psicológica adecuada puede transformar sus vidas, ayudándolos a superar traumas
y a construir una identidad positiva.
Desde una perspectiva sociológica, hay que destacar la importancia de la solidaridad y la
responsabilidad colectiva. La sociedad tiene un papel crucial en la protección
de los niños vulnerables. Al no dar dinero, se evita perpetuar sistemas de
explotación y se fomenta una cultura de apoyo, rehabilitación y reinserción
social. Las políticas públicas y las iniciativas comunitarias deben centrarse
en crear redes de apoyo que incluyan educación, salud y servicios sociales para
estos niños y niñas. La sociología nos enseña que el cambio social efectivo
requiere la participación activa de todos los miembros de la comunidad.
Axiológicamente, reflejar valores fundamentales como la
dignidad humana, la justicia y la solidaridad. Dar amor en lugar de cosas
materiales implica reconocer la humanidad y el valor intrínseco de cada niño o
niña. Este enfoque promueve una ética de cuidado y respeto, donde se prioriza
su bienestar integral sobre soluciones superficiales. Los valores axiológicos
subyacentes nos invitan a reflexionar sobre nuestras responsabilidades éticas y
morales hacia los más vulnerables de nuestra sociedad que cuentan con el
interés superior.
Cuando los niños en situación de calle
reciben dinero, se les hace daño, se fomenta una dependencia económica que
puede perpetuar su situación. Estos niños pueden desarrollar hábitos de
mendicidad y estar expuestos a redes de explotación que se benefician de su
vulnerabilidad. Además, recibir dinero sin un apoyo estructural no les
proporciona las herramientas necesarias para salir de la calle y mejorar su
calidad de vida.
Los niños y niñas en situación de abandono,
que viven o trabajan en la calle enfrentan numerosos riesgos, incluyendo
explotación laboral y sexual, abuso físico y emocional, problemas de salud graves como enfermedades
de transmisión sexual y adicciones. La falta de supervisión familiar y
protección adecuada los hace vulnerables a situaciones peligrosas y
traumáticas.
La presencia de niños en las calles tiene
implicaciones significativas para la sociedad en términos de economía, salud,
seguridad e inversión en servicios públicos. Estos niños a menudo no tienen
acceso a educación y atención médica, lo que perpetúa ciclos de pobreza y
marginalización. La falta de intervención adecuada puede llevar a un aumento en
la delincuencia, adicciones, explotación infantil, abuso sexual, inseguridad, afectando la estabilidad social
y económica.
La corresponsabilidad entre la familia, la
comunidad, las instituciones públicas y la sociedad es crucial para garantizar
que los derechos de los niños no sean vulnerados. Es necesario un enfoque
integral.
El derecho de la infancia no se puede
quedar en un simple lema de una campaña mediática, no importa cuál sea, es crucial que se traduzca en acciones
concretas y en una conciencia activa en contra de la impunidad. La justicia
debe ser un pilar fundamental en la protección y el bienestar de los niños. No
podemos permitir que la indiferencia y la falta de acción perpetúen el
sufrimiento de los más vulnerables.
La Biblia nos ofrece una guía moral clara
en este sentido. En Santiago 4:17, se nos recuerda: "El que sabe hacer lo
bueno y no lo hace, comete pecado". Este versículo nos llama a la acción,
a no ser meros espectadores de la injusticia, sino a tomar medidas para
corregirla. Asimismo, Proverbios 3:27 nos exhorta: "No te niegues a hacer
el bien cuando es debido, teniendo el poder para hacerlo". Este llamado a
la acción nos insta a utilizar nuestros recursos y capacidades para hacer el bien
y proteger a aquellos que no pueden protegerse a sí mismos.
La verdadera justicia implica no solo
reconocer las necesidades de los niños en situación de calle, sino también
actuar para satisfacer esas necesidades de manera integral. Esto incluye
garantizar su acceso a la educación, la salud, la protección legal y el apoyo
emocional. Solo así podremos transformar sus vidas y construir una sociedad más
justa y solidaria solo si se hace justicia a través la denuncia, del abordaje y
seguimiento adecuado de casos, haciendo valer el ordenamiento jurídico que
rige la materia y haciendo que a fuerza de buena voluntad y vocación las políticas
públicas funcionen.
En conclusión, vayamos más allá de
las "frases o nombres de campañas" y trabajemos unidos por la infancia asumiendo
la responsabilidad colectiva. No basta
con sentir compasión; debemos convertir esa compasión en acciones concretas que
promuevan el bienestar y la justicia para todos los niños y niñas. Al
hacerlo, no solo estaremos cumpliendo con un deber moral, sino también
construyendo un futuro más esperanzador y equitativo para las próximas
generaciones.
@dejamecontarte1