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Raíces Históricas Nutren la Identidad del Venezolano

Por: Oscar González Ortiz

Es figura emblemática de la política contemporánea venezolana y latinoamericana, se erigió como referente en la evolución del pensamiento crítico en la región. Su propuesta del "árbol de las tres raíces" simbolizo su visión ideológica, reflejando profundo entendimiento de la identidad cultural y social de los pueblos latinoamericanos. Este concepto, que integraba las raíces Bolivariana, Robinsoniana y Zamorana, establecía el anclaje sólido en el pasado histórico, al tiempo que fomentaba la conexión con el presente y el futuro.

Al igual que las raíces de un árbol sostienen el tronco permitiendo la absorción de nutrientes del suelo, estas raíces históricas nutren la identidad del venezolano y la nación. La metáfora del árbol también sugiere que el crecimiento personal y colectivo está intrínsecamente ligado a la valoración de nuestras raíces. En un mundo globalizado, atrapado por las batallas en las redes sociales y la inteligencia artificial, recordamos el legado de Chávez enfatizando  la necesidad de rescatar lo autóctono construyendo un modelo propio con elementos para construir una sociedad más justa.

Esta visión crítica se traducía en la búsqueda de autonomía política y económica que permitiese a los pueblos latinoamericanos liberarse de las ataduras del colonialismo y neocolonialismo.  Además, es importante destacar que no se limitó a teorizar sobre estos conceptos; su gobierno implementó políticas orientadas a fortalecer la educación, salud e inclusión social. Esto tuvo como traducción, aumento en la conciencia crítica entre los ciudadanos, quienes comenzaron a cuestionar las estructuras de poder establecidas. Así, el legado va más allá de su figura política manifestándose en un movimiento social que busco empoderar a las comunidades para que sean protagonistas de su propio destino.

La interconexión entre historia, identidad y política es fundamental para entender cómo logró resonar con un amplio espectro de la población, sus discursos cargados de historia, patria y pueblo apelaba al sentido de pertenencia colectivo, fomentando el patriotismo que celebraba la diversidad cultural venezolana. En este sentido, el "árbol de las tres raíces" es un recordatorio constante de que nuestras historias individuales están entrelazadas con las narrativas colectivas, creando así un tejido social multifacético capaz de enfrentar los desafíos del presente con creatividad.

La fuerza de las ideas, convicción y pasión por la patria son elementos que marcan el rumbo de la República Bolivariana de Venezuela a lo largo de su libertadora historia. Hugo Chávez, en su inconfundible estilo, enfatizo que el desarrollo del país no fue un camino sencillo, fue un verdadero vivac en el que cada ciudadano se convirtió en un soldado del compromiso, dispuesto a luchar por un futuro mejor. Esta metáfora del vivac evoca la imagen de un campamento militar, donde los hombres y mujeres se agrupan para enfrentar retos comunes, forjando la identidad nacional. En este contexto, la obediencia al poder legítimo se convierte en un acto de resistencia y unidad frente a las adversidades. En este sentido, recordemos que la batalla política que hoy recrudece tiene sus raíces en una lucha centenaria por la independencia y soberanía.

Desde los gritos de libertad de Simón Bolívar hasta las actuales confrontaciones ideológicas, el pueblo venezolano está inmerso en una contienda constante entre dos visiones opuestas: por un lado, aquellos que anhelan una nación libre e independiente; y por otro, quienes prefieren el modelo que los mantenga subordinados a intereses externos. Esta dualidad no es nueva, se remonta a hace dos siglos, cuando el deseo de emancipación chocaba con los deseos coloniales de potencias extranjeras. Hoy más que nunca, es imperativo que los ciudadanos reconozcan el peso histórico de sus decisiones, la independencia nacional no es un concepto abstracto, es la realidad tangible que se construye día a día mediante la participación activa en la vida política y social.

La historia enseña que cada generación tiene la responsabilidad de defender lo conquistado avanzando hacia nuevos horizontes. Así como Chávez hizo eco de esta lucha, hoy debemos recordar que la pasión patriótica no se limita a discursos grandilocuentes, tiene que traducirse en acciones concretas que promuevan el bienestar colectivo. En este contexto, la educación y la conciencia crítica se son fundamentales; sin una población informada y comprometida con su país, las sombras del colonialismo se ciernen sobre la Patria. Por lo tanto, cada uno de nosotros debe asumir su rol como protagonista en esta historia interminable, la lucha por la independencia no es  eco del pasado, es un llamado a seguir construyendo un futuro donde prevalezca la dignidad y el derecho a decidir nuestro propio destino.

El pensamiento colonialista, arraigado en la historia de muchos países latinoamericanos, se manifiesta de diversas maneras en la actualidad, especialmente en el contexto venezolano, este fenómeno se traduce en actitudes, comportamientos y en actos cotidianos de algunos ciudadanos. Un ejemplo palpable es la controversia que rodea el uso incorrecto de la bandera nacional, ya sea al exhibirla al revés o con siete estrellas; estos gestos, aunque puedan parecer insignificantes a simple vista, revelan desconexión con la identidad nacional.

Todo lo que lucho Miranda y Bolívar sobre el significado profundo de los símbolos patrios. Desde las luchas por la independencia lideradas por figuras como Simón Bolívar hasta los movimientos contemporáneos que buscan reivindicar la soberanía, cada etapa es un intento de reafirmar la identidad nacional frente a influencias externas. Sin embargo, el uso de la bandera norteamericana como un símbolo de esperanza o salvación para construir patria plantea interrogantes sobre nuestra capacidad para definir el futuro autónomo.

La realidad es que construir patria es un proceso arduo y requiere más que expresiones vacías o declaraciones grandilocuentes; implica compromiso genuino con el desarrollo social, económico y cultural del país. Así como las bases de una nación se cimentan en la educación y respeto por su historia, fomentemos sentido de pertenencia que trascienda modas pasajeras o influencias foráneas. La construcción de una patria sólida radica en la participación activa y consciente de sus ciudadanos, quienes deben ser los arquitectos de su propio destino.

Construir Patria implica reconocer nuestras raíces, valorar lo autóctono, trabajar juntos hacia un futuro donde prevalezca la dignidad y orgullo nacional, superemos las sombras del pasado, edifiquemos una sociedad que celebre su diversidad mientras avanza hacia la unidad,  reflexionemos sobre nuestra herencia histórica, reafirmemos nuestra determinación de mantener viva la llama de la independencia, libertad y soberanía en cada rincón del país.

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