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¿Tienes Wifi? ¿Cuál es la Clave?

Por: Oscar Humberto González Ortiz

La contracción del término en inglés Wireless Fidelity (Wi-Fi o fidelidad inalámbrica), desde sus inicios en la década de 1990, cuando la tecnología Wi-Fi comenzó a tomar forma, se transformó en una herramienta de conectividad, símbolo de inclusión social y avance tecnológico. Hoy en día, todos preguntan por wifi como si se tratara de un derecho humano básico; este deseo de conexión refleja la necesidad intrínseca del ser humano: comunicarse, compartir y acceder a la información. 

Detrás de esta demanda latente, se oculta la historia sobre cómo la tecnología moldea las interacciones diarias. La creación del wifi, permite la transmisión inalámbrica de datos, fue el resultado de investigaciones científicas que buscaban mejorar las comunicaciones, facilitando el acceso a internet en lugares donde las conexiones físicas eran complicadas. A medida que más personas se conectan a través de dispositivos móviles y tecnologías emergentes, nos preguntamos: ¿qué significará realmente estar “en línea” en el futuro? A medida que avanzamos hacia espacios cada vez más interconectados, el wifi surge como facilitador esencial en la búsqueda por el entendimiento más profundo entre las personas y sus entornos. En este sentido, el wifi ya no es sólo un medio técnico; se convierte en elemento para la construcción de comunidades digitales que trascienden limitaciones físicas, promoviendo diálogos continuos. 

Al preguntar a un niño o adolescente qué es el wifi, probablemente obtengamos respuestas que reflejen la omnipresencia de esta tecnología en la vida cotidiana; para muchos de ellos, el wifi es simplemente esa conexión mágica que permite acceder a espacios de información, entretenimiento y comunicación con sólo unos cuantos clics en sus dispositivos electrónicos. Es como el aire que respiran los ambientes digitales, una red invisible que les conecta con amigos, familiares y el enorme universo de la internet. 

Antes de su llegada, la conexión a internet estaba limitada a través de cables y conexiones fijas que restringían la accesibilidad, con la popularización del wifi, abrieron universos de posibilidades donde la conectividad es inalámbrica, permitiendo a las personas acceder a internet desde cualquier lugar con cobertura. Ya es un elemento indispensable en la vida moderna, tanto en el ámbito doméstico como en el laboral. 

En casa, permite disfrutar de películas en streaming, jugar videojuegos en línea, realizar videollamadas con seres queridos en cualquier parte del mundo, hasta controlar dispositivos inteligentes desde los teléfonos inteligentes (smartphones). En el trabajo, facilita la comunicación entre equipos, acceso a bases de datos en la nube, la realización de videoconferencias con colegas remotos; la evolución constante del sistema lleva mejoras significativas en velocidad y alcance, permitiendo experiencias de navegación más eficientes. 

La tecnología wifi 6, por ejemplo, introduce avances como el uso de múltiples bandas de frecuencia, la capacidad de gestionar de manera más eficiente conexiones de múltiples dispositivos simultáneamente, lo que se traduce en mayor rendimiento, y es puente virtual que une a personas sin importar la distancia física que las separe. 

En estos tiempos digitales que vivimos, la conexión a internet es una necesidad casi tan básica como el aire que respiramos; imaginar un lugar sin wifi es casi como pensar en una comunidad sin electricidad; es un requisito tan básico como el agua o la luz. Es sorprendente cómo, al llegar a un lugar nuevo, ya sea un restaurante, a casa de un familiar o visitando a los amigos, la pregunta realizada después del saludo (si llega a hacerlo), es: ¿hay wifi?, ¿cuál es la clave? Esta peculiaridad en las relaciones sociales contemporáneas refleja la importancia adquirida por la conectividad en la vida. Históricamente, las relaciones sociales se basaban en la comunicación cara a cara, en el intercambio de miradas, gestos y palabras; con el avance de la tecnología y la omnipresencia de los dispositivos electrónicos, la dinámica cambió a emojis. 

La conexión a internet es elemento clave en la interacción social, permitiéndonos estar en contacto con personas que se encuentran a kilómetros de distancia, pero descuidando la comunicación con aquellos que están físicamente presentes. Esta tendencia plantea una interrogante interesante: ¿Estamos perdiendo la capacidad de disfrutar de la compañía de quienes tenemos alrededor al estar constantemente conectados virtualmente? Cada vez que estemos más digitalizados, recordaremos la riqueza de las relaciones cara a cara, la empatía que es surgida de la comunicación no verbal y la conexión genuina que se establece cuando compartimos momentos en persona. 

¿Te imaginas la complejidad de la vida en la actualidad? Es casi impensable, resulta difícil concebir cómo sería la vida cotidiana sin esta tecnología que transformó la manera en que nos comunicamos en entornos públicos o privados; cuántas veces al día escuchas: “¿Tienen wifi?”. Si la respuesta es negativa, probable es que muchos opten por marcharse, buscando lugares donde puedan conectarse continuando con sus actividades digitales. Esta transformación influye en cómo operan los negocios; aquellos que no ofrecen wifi corren el riesgo de perder clientela frente a competidores más adaptados a las necesidades contemporáneas. 

¿La tecnología la empleamos para enriquecer las vidas o para ubicar más distantes a quienes están alrededor?  


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