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 Demenuzando el Libre Albedrío y la Conciencia

Por: Deisy Viana


Si usted adolece de conciencia y nunca le enseñaron a diferenciar lo bueno de lo malo, no debería continuar leyendo este artículo, para que no abra los ojos ante la verdad del libre albedrío,  esa capacidad intrínseca que nos permite elegir y decidir entre lo correcto y lo incorrecto, que se entrelaza con la conciencia, esa voz interna que nos guía a decidir entre el bien y el mal.

 El término “libre albedrío” proviene del latín "liberum arbitrium", que significa “juicio libre”. Se refiere a la capacidad de un ser humano de elegir entre distintas opciones de forma autónoma e independiente, sin la influencia de factores externos. La conciencia, por su parte, es la capacidad de ser consciente de sí mismo, del entorno y de las propias acciones. Ambas capacidades están estrechamente relacionadas y juegan un papel crucial en la experiencia humana.

 La práctica del libre albedrío es esencial para alcanzar la libertad y la responsabilidad. Nos permite tomar decisiones que moldean nuestras vidas, construir nuestras propias identidades y dar forma a nuestro futuro.  La conciencia, por su parte, nos permite reflexionar sobre nuestras elecciones, ser conscientes de las consecuencias de nuestros actos y actuar con responsabilidad.   

El libre albedrío también implica tener la capacidad de elegir y la responsabilidad de asumir las consecuencias de nuestras acciones. Esta responsabilidad debería impulsanos a actuar de manera ética, a valorar el bienestar de los demás y a contribuir con una sociedad mejor. La conciencia nos dota de la capacidad de  comprender las consecuencias de nuestros actos y de reflexionar sobre nuestro impacto en el mundo que nos rodea.

Desmenucemos a cada uno desde diversas perspectivas, comenzando por la psicología, el libre albedrío se considera un elemento esencial para la construcción de la identidad y el desarrollo de la personalidad. La conciencia, a su vez, es la base para la autopercepción, la autorregulación y el crecimiento emocional.

En el ámbito sociológico, el libre albedrío y la conciencia se consideran pilares de la libertad individual y la responsabilidad social. La capacidad de elegir y de actuar con responsabilidad hacia los demás forma el tejido de la sociedad, promoviendo la justicia, la equidad, la tolerancia y el respeto mutuo.

Desde la óptica axiológica, el libre albedrío nos permite discernir entre el bien y el mal, guiando nuestras acciones hacia la búsqueda de la virtud. La conciencia nos permite identificar los valores que definen nuestro ser y nuestros actos, impulsándonos a actuar de acuerdo con lo que consideramos correcto. 

En el campo epistemológico, el libre albedrío nos concede la libertad de explorar ideas, cuestionar creencias y buscar la verdad. La conciencia nos permite analizar la información, sintetizar conocimientos y construir un marco de referencia para la comprensión del mundo.  

En el ámbito ontológico, el libre albedrío y la conciencia son elementos esenciales para la construcción del yo. Son las herramientas que nos permiten forjar nuestra identidad, definir nuestra posición en el universo y determinar nuestro propósito.

Desde una perspectiva política, el libre albedrío es fundamental para el ejercicio de la democracia y lograr la  participación ciudadana. La conciencia nos permite evaluar las políticas públicas, tomar decisiones informadas y defender nuestros derechos, respetando el derecho ajeno. 

En el campo educativo, el libre albedrío y la conciencia son pilares de la formación integral. Fomentar el desarrollo de estas capacidades en los niños y adolescentes es fundamental para su crecimiento personal y social.

Desde la perspectiva religiosa, el libre albedrío se considera un don divino, un regalo que nos permite elegir entre el bien y el mal. La conciencia, en este ámbito, se conecta con la presencia de Dios en nuestras vidas, guiándonos hacia la verdad y la justicia.

En el plano cultural, el libre albedrío y la conciencia son fuerzas motrices del progreso y la innovación.  La capacidad de desafiar las normas establecidas, cuestionar las estructuras existentes y generar ideas nuevas es un rasgo distintivo de la cultura humana. La conciencia nos permite reflexionar sobre nuestro entorno, identificar problemáticas y buscar soluciones para un futuro mejor.  

Sin embargo, la pregunta surge: ¿por qué muchas personas actúan como si carecieran de conciencia o no supieran usar su libre albedrío? La respuesta radica en la complejidad del ser humano, un individuo que se encuentra en constante evolución y aprendizaje. A veces, los condicionamientos sociales, la influencia de la cultura, el miedo a lo desconocido, al cambio o la falta de educación pueden nublar la conciencia y dificultar el ejercicio del libre albedrío. 

  ¿Cómo podemos desarrollar el libre albedrío y la conciencia?La respuesta es simple: mediante la introspección, la reflexión, la lectura, la formación, el contacto con la naturaleza, la oración, la conexión con otros seres humanos y la apertura a nuevas experiencias.  Es a través de la constante búsqueda de la verdad, la autoexploración y la práctica de la compasión que podemos fortalecer nuestra conciencia y afinar nuestro libre albedrío.

Las Escrituras muestran un sinfín de versículos relacionados con este tema, entre ellos en el libro de Deuteronomio 30:19 "... les he puesto delante hoy la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, para que vivas tú y tu descendencia" es un llamado a tomar decisiones sabias y escoger el camino que conduce a la vida y la bendición. Hacer uso del libre albedrío no se trata de querer hacer lo correcto o no, se trata de "elegir" hacer siempre lo correcto así no se quiera; es preguntarse constantemente: ¿Son correctas mis decisiones? Si lo haces, te ahorrarás errores personales, conflictos con los demás y tu conciencia te dejará dormir en paz.

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