Opinión:
Oscar Humberto González Ortiz
Es interesante cómo el Sr. Vivito y la Sra. Inés Picable representan dos posturas opuestas con respecto al cuidado del entorno. Mientras el primero parece no preocuparse por las consecuencias de sus acciones, la segunda es una defensora apasionada de la conservación del medio ambiente. La cercanía de ambos al cauce de la quebrada ubicada en la comunidad del Portal, les permite tener perspectivas muy diferentes sobre la importancia de mantener limpio el sector.
Es evidente que este conflicto entre ambos es el reflejo de un problema más grande que enfrenta la sociedad en general: la falta de conocimiento ambiental y el impacto negativo que esto tiene en la vida.
El Sr. Vivito, experto en no hacer nada, desconoce lo que es colaborar; lanza escombros constantemente a la quebrada que pasa por la parte posterior de la comunidad de Serenidad, cauce que también atraviesa por la comunidad del Portal, donde reside la Sra. Inés Picable, líder comunitaria comprometida con la conservación del entorno natural afectado por los vecinos de comunidades aledañas.
La cercanía de la vivienda de la Sra. Inés Picable con el cauce de la quebrada, le permite ser testigo de primera mano de los desafíos que enfrenta la comunidad en esta época del año, cuando la acumulación de escombros provoca aumento considerable del caudal, poniendo en riesgo las vidas y viviendas de quienes habitan en el sector.
La Sra. Inés Picable, al recibir la visita del Sr. Vivito, comparte con él la preocupación por la situación actual de la quebrada. Rememoran juntos que, en décadas pasadas, este arroyo fue símbolo de vida, utilizado por las comunidades para el abastecimiento de agua y lugar de esparcimiento.
Sin embargo, a lo largo de los años, el descuido como la falta de conocimiento ambiental transformaron su cauce en peligro latente durante la temporada de lluvias, poniendo en riesgo las viviendas cercanas, como también la rica historia que alberga este espacio natural.
Esta semana, la situación en el edificio alcanzó un punto crítico cuando los vecinos atormentados por los molestos ruidos piden reunión de emergencia, liderada por la señora Conciencia, residente comprometida con el bienestar común, plantean la necesidad de establecer horarios para trabajos de remodelación, a fin de minimizar las molestias.
Mientras tanto, el señor Vivito, al darse cuenta del malestar general, hace caso omiso a las molestias causadas, continuando las labores de remodelación, demostrando falta de disposición para llegar a acuerdos que beneficien a todos los residentes.
Por otro lado, toma medidas para botar los escombros, no quiere contratar alguna empresa que se encargue de botarlos, no quiere tener más gastos, procede a ponerse ropa cómoda deportiva, bajando al sótano para buscar la carretilla guardada. A continuación, comienza su nuevo entrenamiento físico, el cual consiste en llevar carretilla tras carretilla llena de escombros para la quebrada que está en la parte posterior de la comunidad.
En uno de esos viajes, pasa al lado del señor Pedro, quien acaba de finalizar la reparación del vehículo, requiriendo botar los potes de liga de freno, filtros, envases de los ocho litros de aceite, aceite quemado y unas cuantas latas de cerveza, por lo que solicita la carretilla prestada para lanzar toda la basura a la quebrada.
Mientras tanto, el señor Vivito, en un gesto de colaboración, ofrece la experiencia en el área de botar basura, asesorando al señor Pedro, indicándole dónde lanzar la basura, prestándole la carretilla, acompañándolo durante el viaje, compartiendo un par de cervezas.
Nada contrasta más con el sentido común que las acciones del Sr. Vivito y las del vecino Pedro, ya que, mientras uno se esfuerza por destruir el medio ambiente, desapareciendo los escombros de la remodelación, el otro opta por la práctica perjudicial para el entorno, arrojando residuos químicos, potes de liga de freno, aceite quemado y latas de cervezas a la quebrada.
Ambos vecinos representan graves riesgos para la salud pública y el ecosistema circundante. La conducta irresponsable de ambos es factor directo de contaminación del agua, dañando la vida acuática, produciendo efectos adversos en la salud humana.
Ayer, estaban conversando los vecinos en la entrada del edificio. En medio de la animada charla, el vecino del piso 3, apartamento 3-A, le comentó al Sr Vivito, sobre la reciente compra de una nevera y cómo fue el trabajo para instalarla.
El vecino en su curiosidad, le consulta acerca de los escombros que había visto botar del apartamento de él, cuando efectuó la remodelación; seguidamente le inquirió sobre el destino de los desechos. Sin dudarlo, Vivito le respondió con una sonrisa: “Si es para botar la nevera, te ayudo. ¡La lanzamos a la quebrada!”.
¿Vives cerca de una quebrada? Algunas de estas acciones te parecen familiares en época de lluvias. Considero importante abordar la situación de las comunidades que residen en las cercanías de las quebradas, especialmente durante temporadas de lluvias.
Históricamente, se implementan medidas de prevención de riesgos, como la construcción de sistemas de contención, pero la falta de iniciativas comunitarias para conservar la limpieza de las quebradas y el comportamiento irresponsable del Sr. Vivito arrojando desechos en las quebradas resaltan la importancia de la educación ambiental.
Pasando a la acción
Despertemos campañas de sensibilización ambiental orientadas en reducir la contaminación de cuerpos de agua, generemos impactos positivos para preservar el medio ambiente, fomentemos culturas de reciclaje. Recuerden que la participación de la comunidad tiene que ser mediante pasos claves para enfrentar este desafío.
Es interesante explorar distintas perspectivas de las personas que residen en los bordes de las quebradas; a lo largo del tiempo, estas comunidades desarrollan estrategias de adaptación, forjando vínculos estrechos con Dios, la tierra y el entorno.
Sus relatos de experiencias revelan en muchas ocasiones, fe de vivir, conexión con la naturaleza en su estilo de vida y coexistencia con el fenómeno de arrojar escombros a las quebradas en un reflejo de complejas dinámicas sociales.
Imaginemos un pintoresco sector de la ciudad, la señora Tierra, apasionada por el reciclaje, decide emprender el proyecto de limpiar la quebrada que atraviesa su comunidad. Con ingenio y determinación, organiza periódicas jornadas de limpieza en las que los vecinos colaboran con entusiasmo.
Mientras tanto, imaginemos que los vecinos que lanzan escombros, botan basura, arrojan desechos químicos después de reparar los vehículos y los que tiran aparatos domésticos inservibles, tomaran el conocimiento del impacto ambiental de sus acciones, decidiendo implementar prácticas sostenibles,
promoviendo el reciclaje de aceites y materiales para reducir su huella ecológica, lideran campañas educativas a través de charlas o talleres (creando murales artísticos con mensajes ecológicos y participando en actividades de reforestación para embellecer el entorno) en estructuras de organización social como centros educativos, para expresar la importancia de preservar el único planeta con el que contamos actualmente…
Te invito a despertar la cultura del respeto hacia las quebradas, requerimos crear impactos positivos en las comunidades.
En el pasado, una popular canción decía que “los marcianos llegaron ya y estaban bailando el cha, cha, cha”. ¿Será que necesitamos la llegada de seres de otros mundos para reconocer la urgencia de proteger el medio ambiente en el único hogar que conocemos? En lugar de depender de visitantes interplanetarios, es responsabilidad de todos actuar como guardianes de la Tierra y trabajar juntos para asegurar el futuro.