Cada día presento un examen de cómo ser hijo
Oscar Humberto González Ortiz
El proceso de convertirse en madre o padre es una experiencia profundamente transformadora que implica aprendizaje continuo; desde la gestación hasta el cuidado diario del bebé, adquirimos habilidades, conocimientos y destrezas a lo largo del tiempo. Este aprendizaje es nutrido de la observación, orientación de profesionales de la salud, el apoyo de familiares y amigos, así como de la lectura de libros especializados, continuando con posibles técnicas de ensayos por los consejos recibidos. Asimismo, las experiencias personales y la intuición desempeñan gran importancia en la adquisición de las habilidades parentales.
A lo largo de la historia, las percepciones sobre la crianza evolucionan significativamente. Desde las tradiciones culturales hasta los avances científicos, el concepto de crianza experimenta cambios sustanciales. Por ejemplo, en el pasado, las creencias sobre la lactancia materna o el sueño infantil podían diferir considerablemente de las recomendaciones actuales respaldadas por investigaciones médicas y psicológicas.
Este constante desarrollo en la comprensión de la crianza demuestra que ser padre o madre es un proceso que se nutre tanto de la sabiduría ancestral como de los conocimientos contemporáneos.
Orientaciones de altura
Por curiosidad comencé a buscar cómo aprenden las personas a ser padre o madre en otros países. ¿Hay escuelas para educarse en tan importante aprendizaje de vida? Buscando en internet encontré que la UNESCO, demostrando compromiso con la crianza y el desarrollo de los niños, reconoce la consideración de aportar herramientas a los adultos responsables para que puedan ejercer su rol de manera más efectiva, por lo que propone el programa para padres, madres de familia, tutores y/o encargados, mostrándonos perspectivas revolucionarias que reconocen el papel fundamental de la educación de los padres y madres en el proceso educativo, poniendo énfasis en la importancia del hogar.
Es sorprendente cómo la accesibilidad a la educación para padres y madres evoluciona con el avance de la tecnología. Aprecié que algunos países cuentan con escuelas y hay disponibilidad de cursos en línea. Esta tendencia hacia la educación en línea para padres y madres refleja el impacto de la era digital en la forma en que concebimos la crianza. Históricamente, la transmisión de conocimientos como habilidades parentales se constituía por interacciones cara a cara o enfoques tradicionales.
Estas iniciativas tratan de enseñarles a ser buenos progenitores empoderándolos para que sean agentes activos en el crecimiento y aprendizaje de sus hijos. Ya no se trata de transmitir conocimientos, se quiere promover habilidades emocionales, sociales y cognitivas en los padres para que puedan acompañar a sus hijos.
Aprendiendo sin cesar
El pasado Día de las Madres, le consulté a un grupo de progenitoras en un acto escolar: ¿Quién las enseñó a ser madres? Al indagarlo, recibí diversidad de respuestas que reflejan la riqueza de las relaciones sociales. Desde abuelas, tías, amigas y figuras públicas, cada mujer fue moldeada por un entramado de influencias que contribuyeron a su desarrollo como madre.
No recuerdo con certeza quién me enseñó a ser padre, considero que la crianza y paternidad son procesos en constante evolución, moldeados por las vivencias, influencias y relaciones personales. Nos encontramos aprendiendo a ser padres a medida que enfrentamos diferentes situaciones. Aun a la puerta de los sesenta años continúo aprendiendo a ser padre, preparando maletas para ser abuelo y cada día presento un examen de cómo ser hijo.
Las nociones de maternidad o paternidad, van más allá de las lecciones directas recibidas de continuos procesos de aprendizaje a lo largo de la vida resaltando la complejidad de la temática; pero ahora te preguntaras cómo es eso de que cada día presento un examen de cómo ser hijo.
Llevamos a mi madre al médico motivado a que con frecuencia se le olvidan cosas y el diagnostico fue que tiene un proceso algo avanzado de Alzheimer… y en su explicación el galeno expresó: “Es una enfermedad neurodegenerativa que afecta principalmente las funciones cognitivas, memoria y capacidad para llevar a cabo actividades cotidianas”.
De una vez ubico Alzheimer en el buscador de internet del dispositivo móvil, localizando que fue descrita por primera vez en 1906 por el médico alemán Alois Alzheimer. Esta condición es objeto de extensa investigación a lo largo de los años, se caracteriza por la acumulación anormal de proteínas en el cerebro, lo que conduce a la formación de placas y ovillos neurofibrilares que dañan las células cerebrales, provocando síntomas como pérdida de memoria, desorientación espacial, cambios de humor y dificultades para comunicarse.
A lo largo de la historia, el Alzheimer representa un desafío de gran peso para la sociedad en general. A medida que la esperanza de vida aumenta, la población envejece, el impacto del Alzheimer puede ser más evidente, por lo que es generado mayor interés en comprender sus causas, síntomas y posibles tratamientos.
¡Ahora recuerdas quien te enseñó a ser madre o padre!
¿Quién enseña a tratar un familiar con Alzheimer?
El desafío de cuidar un familiar con Alzheimer plantea esta pregunta fundamental: ¿es requerida preparación y apoyo para enfrentar esta situación? A menudo, las dinámicas sociales no incluyen educación específica sobre cómo brindar cuidados a personas con enfermedades neurodegenerativas, lo que genera sentimientos de desorientación en quienes asumen este rol.
El cuidado de los enfermos recae en la esfera privada de la familia; sin embargo, a medida que la enfermedad evoluciona, impulsamos la necesidad educativa de buscar conocimientos y habilidades requeridos para el cuidado efectivo del ser querido afectado por esta enfermedad.
Esta semana me sorprendí al establecer contacto con un amigo, con el cual no había hablado en más de cinco años; durante la conversación, reveló que se encuentra dedicado al cuidado de su madre, quien padece la enfermedad de Alzheimer. Expresó: “Mi madre ya no sabe quién soy”. Este hecho me llevó a comprender la fragilidad de la memoria y la importancia del amor incondicional en tiempos de dificultad.
Seguidamente aporto para mis estimados lectores este consejo: “Comprende que el cuidado de un ser querido con Alzheimer requiere combinar amor, paciencia y comprensión”. La enfermedad puede manifestarse de maneras que desafían la realidad cotidiana, exigiendo actitud tolerante por parte de los cuidadores. En la práctica diaria tratamos de estar en entornos estables, tranquilos, evitando contradecir a la persona afectada; esta estrategia es efectiva para minimizar el estrés asociado con la confusión causada por la enfermedad. Buscamos actividades como escuchar música, participar en juegos o simplemente mantenemos conversaciones tranquilas que ofrezcan conexión emocional para contribuir al bienestar emocional de mi madre.
Al mismo tiempo, identificar problemas neurológicos puede ser un desafío, pero existen señales que indican su presencia, como cambios en la memoria, dificultades para comunicarse, alteraciones en el comportamiento o personalidad, y problemas de coordinación motora. Estos síntomas pueden ser indicativos de trastornos como el Alzheimer, enfermedad de Parkinson, la esclerosis múltiple o la epilepsia, entre otros.
Para concluir, estemos atentos a estos signos tempranos, busquemos atención médica especializada para obtener diagnóstico preciso y se determine el plan de tratamiento adecuado. Existen otras condiciones similares que afectan el funcionamiento del cerebro, por ejemplo: la demencia vascular, demencia con cuerpos de Lewy y enfermedad de Huntington, que son sólo algunas de las afecciones que comparten similitudes con el Alzheimer en cuanto a sus efectos en la cognición y el comportamiento. Cada una de estas enfermedades presenta características distintivas que requieren enfoques específicos para su diagnóstico, lo que subraya la importancia de una evaluación exhaustiva por parte de profesionales médicos especializados en neurología.