Oscar Humberto González Ortiz
El comportamiento del señor Vivito en el edificio «Pipirinay» refleja gran irresponsabilidad ante la situación de racionamiento de agua que en la actualidad enfrentamos en la urbanización Serenidad, medida que fue anunciada por el gobierno nacional.
A pesar de las restricciones, su descuido con el bote de agua en el fregadero y el mal funcionamiento del flotante en la poceta evidencian actitud de indiferencia hacia el uso eficiente del recurso hídrico; además, el hábito de no cerrar el grifo desperdiciando el agua al cepillarse, y al bañarse desperdiciando toda el agua fría mientras sale de la ducha agua caliente, revela falta de consideración por las necesidades colectivas.
Esta falta de solidaridad del señor Vivito se agrava al observar cómo derrocha agua al lavar el automóvil diariamente, en lugar de optar por métodos más eficientes. Esta actitud egoísta contrasta con su prontitud para criticar la llegada del camión cisterna, por cierto, nunca le gusta cancelar la cuota por ese servicio, mostrando una preocupante doble moral.
La condición de morosidad del señor Vivito en el pago de los servicios, especialmente el agua, revela otra falta de compromiso con la comunidad, a pesar de ser miembro de la junta de condominio, la negligencia en asumir responsabilidades financieras refleja desdén por las obligaciones que rigen la convivencia en el edificio. Esta conducta irresponsable socava la estabilidad financiera del conjunto residencial, afectando así a todos los habitantes.
También, la propensión a imponer sus deseos sin considerar el bienestar colectivo revela actitud autoritaria, poco colaborativa, generadora de tensiones innecesarias entre los vecinos, resultando especialmente preocupante la actitud confrontativa del señor Vivito hacia aquellos que intentan promover el uso consciente del agua en convivencia armoniosa. Su disposición a discutir con los vecinos, como lo hace hacia las señoras Honestidad y Conciencia, demuestra resistencia infundada a aceptar críticas constructivas para colaborar en la búsqueda de soluciones colectivas. Esta falta de diálogo obstaculiza cualquier intento por mejorar las dinámicas comunitarias dentro del edificio.
Como puedes observar, el comportamiento del señor Vivito en el edificio «Pipirinay» es expresión cruda y preocupante de individualismo, irresponsabilidad, falta de solidaridad hacia la comunidad, con acciones desconsideradas y actitud confrontativa, representando un obstáculo para la construcción de relaciones armoniosas entre los vecinos.
Una realidad apremiante
El agua, recurso esencial para la vida humana, está en escasez, por diferentes situaciones. Es una realidad en numerosos países, incluso se plantea la preocupante posibilidad de que las guerras del futuro se centren en el control de este vital líquido, lo cual subraya la importancia de generar conciencia sobre su preservación. A pesar de que el planeta está mayoritariamente compuesto por agua, ésta no siempre es potable, especialmente en su forma natural, lo que requiere procesos de tratamiento para hacerla segura para el consumo humano.
A lo largo de la historia, el acceso al agua ha motivado conflictos, por lo que evidencia la importancia estratégica. Esta verdad se refleja en la conocida frase «el agua es vida». La misma, encapsula relevancia irrefutable de este recurso para la supervivencia humana, preocupación que sigue vigente en la actualidad. Recientemente, algunos autores plantean la controvertida idea de que, para conservar el agua, se deben establecer sistemas de cobro por su uso. Esta propuesta, supuestamente, busca incentivar el consumo más consciente del recurso hídrico, considerando que su acceso gratuito puede fomentar prácticas derrochadoras e irresponsables. Si bien esta propuesta genera debates, es innegable que el valor del agua no siempre es adecuadamente apreciado por la sociedad, conllevando gestión ineficiente y desperdicio. En la actualidad persisten desafíos significativos en cuanto a la equidad en el acceso al agua potable, especialmente en regiones afectadas por conflictos o agudas desigualdades socioeconómicas.
El arte y la literatura también reflejan la importancia del agua, por ello observamos desde pinturas que exaltan la belleza de ríos o lagos hasta poemas que celebran su vitalidad. El arte es un medio poderoso y sugestivo para transmitir el valor simbólico del agua.
Es alentador saber que contamos con una riqueza hídrica significativa, con lagos, lagunas, uno de los ríos más caudalosos del continente, el Orinoco. Albergamos la catarata más alta del mundo: el Santo Ángel. Sin embargo, preocupa que, a pesar de estos recursos, la escasez de agua sea problema angustioso en varios estados y comunidades del país. Esto impone preguntarnos: ¿Cómo es posible que, teniendo acceso a fuentes tan importantes de agua, la escasez sea un castigo para tantas comunidades?
Lo que nos dice el conocimiento
La gestión del agua es un desafío complejo que va más allá de la simple disponibilidad de recursos hídricos. Factores como la distribución desigual, cambio climático, contaminación y falta de infraestructuras adecuadas contribuyen a la escasez de agua en ciertas regiones, pese a la abundancia general. Desde antiguas culturas precolombinas hasta las sociedades coloniales, el control del agua fue aspecto central en la conformación de asentamientos humanos o sistemas productivos.
Posiblemente estudiar experiencias históricas puede aportarnos valiosas lecciones sobre cómo enfrentar los retos actuales en torno al agua. Evaluemos qué origina la escasez: factores naturales, decisiones políticas, prácticas agrícolas, modelos de desarrollo insostenibles, sobreexplotación de recursos hídricos, deforestación, falta de regulaciones efectivas… hay tantas variables que pueden contribuir a agravar la escasez de agua en determinadas regiones.
Esa carestía de agua es preocupación global, exacerbada por las actividades humanas. Replantear estrategias para garantizar gestión responsable va desde la educación, sensibilización sobre el uso eficiente, incentivar prácticas sostenibles en el hogar, agricultura, industrias, fomentar inversiones en infraestructuras hídricas modernas y eficientes, distribución, tratamiento, articulación entre entidades gubernamentales, organizaciones no gubernamentales, sector privado y comunidades locales son factores esenciales para desarrollar soluciones integrales frente a la escasez del agua.
Además de los impactos de la desforestación y contaminación, el hombre contribuye a la escasez, como ocurre en muchos hogares donde el desperdicio de agua es evidente a través de fugas constantes en grifos que pasan inadvertidas para sus miembros. Esta falta de conciencia sobre el valor del agua es preocupante, representa un problema a ser abordado de manera urgente en las comunidades, instituciones y en todos los contextos requeridos. En innumerables espacios los escapes en inodoros o pocetas son ignorados, resultando un consumo excesivo e innecesario. También, la falta de regulación en algunos condominios lleva a la adquisición indiscriminada de cisternas, lo que refleja gestión ineficiente del agua, mostrando con ello clara falta de conciencia sobre su escasez.
Alarma observar cómo, en medio de la falta de agua, algunas personas continúan malgastando este recurso lavando vehículos o aceras frente a sus hogares; esta conducta irresponsable demuestra falta de comprensión sobre la importancia de conservar el agua. Motivado a la poca disponibilidad no debería utilizarse para fines frívolos, y hay que entender que la gestión inadecuada tiene implicaciones a nivel doméstico, industrial y agrícola.
La falta de conciencia sobre el valor del agua se refleja en múltiples ámbitos, incluyendo el uso excesivo en actividades recreativas o comerciales. La ausencia de medidas regulatorias permite el derroche, sin considerar las consecuencias a largo plazo.