Por Julio Ramos.
El compromiso "Prohibido olvidar" va más allá de una frase, es un legado histórico, una trágica jornada que marcó la vida de quienes perdieron a seres queridos en las protestas del 23 de Enero en Venezuela.
Valle de La Pascua, estado Guárico, hace ya 5 años, vivió su día más lúgubre, un episodio imborrable en su historia. El odio se materializó en saqueos y destrucción, sumiendo a la localidad en la oscuridad de la violencia desatada.
Ese 23 de Enero, la orden era clara: arrasar con todo lo asociado al chavismo. Una turba descontrolada apuntó a la alcaldía, ansiosa por reducirla a cenizas. Así se gestó la tragedia.
Viví aquel día. No me lo contaron, lo presencié. Muchos defendieron la alcaldía con valentía, junto a la alcaldesa Nidia Loreto, el Poder Popular, la Policía y la Guardia Nacional.
Los revolucionarios, los chavistas dispuestos a defenderla con la sangre, el sudor, y el compromiso de los revolucionarios, del Poder Popular que se negaba a permitir que sus logros democráticos fueran consumidos por el fuego del vandalismo.
La CANTV ardió en llamas, vehículos fueron destrozados, la estatua de Simón Bolívar ultrajada, la plaza Bolívar hecha ruinas.
El saldo fue dramático: una veintena de detenidos, heridos entre policías y civiles, y daños millonarios al patrimonio público.
El odio y la muerte buscaron traspasar la alcaldía del Municipio Leonardo Infante, pero la valentía de muchos detuvo las intenciones de una masa cegada por el odio.
Hoy, más que nunca, debemos recordar ese día como el triunfo de la unión sobre la venganza. Solo juntos lograremos superar los embates de una derecha que no cede en su empeño por desunir al pueblo revolucionario.
Cuatro años han pasado desde aquel trágico episodio, pero reiteramos nuestro compromiso: perdonamos, pero no olvidamos.
El 23 de Enero debe ser recordado en este municipio como el día en que el odio y la venganza fueron vencidos por la fuerza indomable de la conciencia y la unidad de los revolucionarios.