POR: LCDA. MARLIN VILLALOBOS
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HISTORIADORA
Vivimos en un mundo en donde existen personas que se aprovechan de la falta de conocimiento y debilidades de los demás en busca de un protagonismo, de un liderazgo y de engrandecerse, con el objetivo de buscar poder para ser el primero o primera mostrando una imagen falsa de HUMILDAD. El corazón del ser humano está bajo la presión constante de las decisiones que de un modo o de otro afectan o engrandecen nuestras experiencias para de una u otra forma hacer salir la ambición y el poder como parte de esas presiones y basta con tener un poco de autoridad para que las tentaciones de grandeza, influencia, abuso se manifiesten y nos hagan tropezar buscando los mejores puestos y pasando por encima de los demás en las familias, en los lugares de trabajo, y hasta en las congregaciones .
La vida de Jesús fue de servicio constante y desinteresado hasta el final y es así como Jesús, el Maestro, el Señor de Señores nos dice que para ser jefe hay que servir. Lamentablemente el servicio es visto como algo degradante y desde el punto de vista cultural se reduce a la servidumbre, lo cual es totalmente falso.
El servicio al prójimo es una expresión de amor, es ofrecer lo mejor de uno mismo a los demás, es estar disponible para los demás. Servir es dar lo mejor de mí en mi trabajo, en mi familia, en mi escuela, en mi universidad, en mi congregación, en todas partes. Ser servidor de todos es un verdadero plan de vida donde el único objetivo es alcanzar el verdadero éxito, un éxito que no viene dado por el dinero, carros, ni casa lujosas, hay personas que son tan pobres que lo único que tienen es dinero pero hay personas que son tan ricas que tienen para ofrecer una sonrisa verdadera, un amor genuino, humildad y el don de servicio.
Jesús el mayor líder de toda la historia de la humanidad, una noche antes de morir en la última cena con sus discípulos nos dejo un verdadero ejemplo de servicio, Jesús en medio de la cena se levanto y coloco a un lado su manto y se coloco la vestimenta de siervo colocando agua en un recipiente comenzando a lavar los pies a sus discípulos sorprendiendo a todos Pedro de inmediato se levanto expresando: ¡Señor tú me vas a lavar los pies, no me lavaras los pies jamás! Juan 13: 7,8. En cierto sentido Pedro tenía razón en cuanto a su reacción, para Pedro y los demás discípulos Jesús representaba grandeza era el Maestro, el Señor de Señores, el Rey de Reyes, el Escogido.
En el Reino de Dios siempre será muy diferente la grandeza en cuanto a la de los hombres aquí en la tierra, Jesús demostró un verdadero ejemplo de grandeza y de éxito al lavar los pies de sus discípulos; el que quiera ser grande que sirva con amor, el que quiera ser grande no se engrandece asimismo, el que quiera ser grande dejara siempre las alabanzas de hombre, los protagonismo, los reconocimientos porque los verdaderos hijos de Dios no andamos detrás de que nos reconozcan o aplaudan nuestros valores o acciones sino que vivimos para servir no para ser servidos entendiendo por revelación que el servicio no es humillación, que se debe hacer con gozo, con amor, sin queja, sin cansarse, pero lo más importante entenderá que el reconocimiento y el agradecimiento no vendrá nunca de hombre sino de Dios; así que, ¿Quién es mayor el que se siente en la mesa o el que sirve?.