¿VIVIR DEL PAN O MORIR
POR DÓLARES?
Por: Deisy Viana
#DéjameContarte
que analizar con mente fría la "nueva normalidad" en la que nos
sumerge el sistema de cosas que estamos viviendo no es de fácil interpretación
si se obvia el valor de la simplicidad, escrito está desde la antigüedad:
"No solo de pan vivirá el hombre..."
Este sistema
económico valorado en una divisa extranjera que rige el mover social afectando
su cotidianidad y forma de vida, ha provocado la reinvención desde lo
individual a lo colectivo para que gran parte de la sociedad pueda sostenerse y
suplir sus necesidades básicas sin caer en vicios, trampas o corrupción; es un
gran reto en el contexto pandémico que rige nuestras vidas, cambiando nuestros
hábitos, costumbres y horarios.
La llamada
"nueva normalidad" no pasará, para quienes aún piensan que cuando
superemos los riesgos del coronavirus, la vida continuará igual que antes
deberían documentarse un poco de cómo fue la peste negra o muerte negra que
afectó a Eurasia en el siglo XIV y que alcanzó un punto máximo entre 1347 y
1353, casi siete años sufriendo los estragos de aquella fatal enfermedad en la que los estudiosos calculan entre 75 y
200 millones de fallecidos, lo equivalente al 30-60% de la población de Europa
en aquella época.
Si bien es
cierto que en el contexto de la pandemia
actual contamos con mayores avances científicos y tecnológicos, también es
cierto que las presiones económicas en el caso de nuestro país son mayores al
sumar la supra inflación que disuelve cualquier intento del estado por
incrementar los ingresos salariales aunado a los bloqueos internacionales, los
dilemas políticos y a la inconsciencia de quienes contribuyen incluso a
desvalorizar al mismo dólar que convive entre nosotros tan común como lo hace
"la arepa".
Este panorama ha
influido en que se expanda la brecha de la desigualdad en cuanto al poder
adquisitivo se refiere, ricos haciéndose más ricos, pobres más pobres y los
resilientes que han aprovechado la ocasión para emprender y transformar el
tiempo de crisis en oportunidad, pero al final de cuentas, todos movidos,
desgastándose, alejándose de sus seres queridos, olvidando principios y
valores por el deseo de adquirir la
preciada moneda más que al pan nuestro de cada día y así a la sociedad se le va
enfriando el amor.