Jugando a la
Ruleta Rusa
Por: Deisy Viana
#DéjameContarte
que el macabro juego que rinde apología a las armas conocido como la ruleta
rusa ha resultado ser una práctica fatal empleada por quienes se atreven a
dejar en manos del azar la imprudencia de poner en riesgo la vida ante un
disparo certero en la sien y aunque nunca ha sido una práctica extendida entre
los rusos, ha ganado fama mundial desde los inicios de su implementación luego
de un relato publicado por los años de 1937; cuando cobró su primera
víctima y posteriormente, gracias a la empresa cinematográfica se difundió para
coartar la vida a través del suicidio avalado por una apuesta sin sentido.
Algo similar
ocurre en el contexto actual, al observar penosamente cómo en medio de
una pandemia mundial que continúa al acecho y que pareciera alimentarse con las
acciones negligentes de quienes aplican subjetivamente "la ruleta
rusa" para contraer el virus letal o contagiar a sus seres queridos o
desconocidos de su entorno.
A un año del
llamado a cuarentena, los llamados de alerta permanecen latentes ante las
cifras de contagio que cada día son mayores a pesar de cualquier esfuerzo por
parte de estados, personal de salud o seguridad responsables de difundir el
mensaje preventivo para minimizar los riesgos de contagio.
Meses atrás
muchos pensaron que se trataba de estrategias políticas para maquillar el
panorama económico, nunca faltaba sentencia de algunos ignorantes: "yo no
conozco a nadie que se haya muerto por ese virus" "igual de algo nos
vamos a morir" y es que sobrada razón tiene el refrán del saber popular:
¡puñalada en cuerpo ajeno no duele!
Hoy sí podemos
decir que conocemos gente que ha perdido la vida por causa de la Covid-19; hay
nombres, rostros conocidos, personalidades públicas, con altos cargos, de
diversas profesiones y poder adquisitivo, pero no es suficiente para que la
sensibilización y la conciencia decidan darle un alto al rebrote producto de
los descuidos, reuniones, fiestas, celebraciones y actos públicos de toda
índole...
Un estado de
negación producto del autoengaño que le dice a los inconscientes de los
riesgos: ¡eso no me va a suceder a mí! hasta que les pasa; y luego, el
sentimiento de autoculpa que impulsa al señalamiento, la búsqueda de supuestos
responsables, o sea, el personal de prevención que no hizo nada, los médicos
que no saben nada, el gobierno que nunca hace nada y Dios que tampoco hace
nada.