#DéjameContarte que "estoy deseando que este año se vaya rápido para ver si las cosas mejoran" fue la frase que
pude escuchar de alguien al responder el saludo de otra persona.
Por naturaleza el ser humano manifesta su temor a lo desconocido, a la incertidumbre, al futuro; sin embargo, ante el sinfín de improvistos vividos en el 2020 en todos los contextos del panorama mundial hay quienes creen que el 31 de diciembre a la media noche como por arte de magia culminarán todos los males sociales, los estragos de la pandemia, el caos económico, los desastres políticos y pare usted de contar.
El problema no radica en despreciar el presente o sentir miedo al porvenir, sino en cómo gestionar esas sensaciones producidas por diversas emociones ya que las predicciones para el 2021 ofrecen mucho qué pensar; por una parte, las profecías catastróficas que circulan de forma viral en las redes sociales, desde los Simpson hasta Nostradamus y por el otro, quienes esperan continuar haciendo sus negocios gracias a la crisis. Estamos presentes ante un "estado de ansiedad anticipatoria" que ocasiona estados emocionales que afectan la psiquis social que conlleva nuevos estilos de vida fundamentados en la forma de percibir los tiempos y a la que algunos han denominado "la nueva normalidad"
Pongamos los pies en la tierra, el 31 de diciembre a la media noche no culminará la pandemia, no cesarán los contagios o los fallecimientos, ni el sistema económico alcanzará estabilidad, el dólar continuará marcando el ritmo de la vida comercial, política y social, los especuladores seguirán especulando y los corruptos de todos los niveles seguirán con sus "negocios turbios"; en pocas palabras, la vida continuará devolviéndonos el fruto de lo que hayamos sembrado.
Esto significa que, nos tocará asumir las consecuencias de las decisiones tomadas durante éste, sean positivas o negativas; de nada valdrá desear que el tiempo retroceda y quedarse dando vueltas a las situaciones pasadas, tampoco aferrarse al futuro sentándose a esperar que las cosas mejoren por sí solas. Urge activar la conciencia del estar aquí y ahora, en el momento presente, centrados en nuestra actitud resiliente para enfrentar con responsabilidad los retos de lo que sí podemos hacer y apreciarlo como un aporte para superar los eventos circunstanciales que nos esperan.
El mundo se encuentra en un estado cambiante y turbulento donde hasta ahora el poder económico ha sido el ídolo que rige en las vidas e intereses de mucha gente separada por una gran brecha de distinción entre los que más poseen, los que a duras penas se mantienen y aquellos que nada tienen; en el que la maldad se ha multiplicado y con ella toda clase de injusticias y problemas sociales, los pronósticos no dejan de ser apocalípticos.
Nos corresponde actuar con conciencia, elegir hacer lo correcto y cultivar el amor para poder vivir la vida con plenitud, tomando decisiones correctas y avanzando. No tiene sentido aferrarse al pasado, huír del presente o anclarse en el miedo al futuro, porque mientras unos vivieron en el 2020 su peor pesadilla, otros conocieron áreas que les permitió hallar la puerta de la estabilidad económica, personal y familiar; sin embargo, para algunos de nada les valió el capital por el que tanto lucharon y con el que no pudieron comprar el oxígeno que mantiene activo el soplo de vida.
Que el 2020 nos sirva para reflexionar y reorganizar nuestra escala de valores y prioridades, evaluar en qué medida superamos las adversidades, entendiendo que cuando el miedo a la incertidumbre aflora surge la parálisis impregnada de quejas y conmiseración o las oportunidades para conocerse y crecer.
Entonces, es necesario tomar conciencia y observar con atención las causas y consecuencias de lo que está sucediendo aquí y ahora: vivir el presente con optimísmo, modificar el vocabulario pesimista y desalentador, evitar hacerse cómplices del sistema de antivalores, mantener los sueños vivos a pesar de las circunstancias, anhelar la paz que sobrepasa todo entendimiento poniendo en práctica el amor de unos por los otros para darle la bienvenida al 2021 cargados de esa fe que mueve montañas y la esperanza que nunca debe morir; creyendo en lo que dijo Jesús:
"Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicciones; pero confíen, yo he vencido al mundo."