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MEDIOCRIDAD SOCIAL: Muerte súbita

#DéjameContarte la historia de unos mediocres:

Entre ellos había una amistad de larga data, eran seres comunes y corrientes revestidos de rutina y apatía para emprender cualquier cosa, gozaban del pleno desconocimiento de la proactividad, haciéndose incapaces de concebir ideas nuevas, aceptar lo diferente y enfrentar retos, por esta razón se conformaban con cualquier prejuicio como forma natural de vida, deseando que el tiempo retroceda para ser felices.

Diariamente coincidían por ahí, se saludaban como de costumbre y por alguna razón surgía un comentario que guiaba el tema de conversación hasta el borde del abismo de la incomprensión; cada uno manifestaba un criterio completamente opuesto al otro, generando así las más ardientes y absurdas discusiones.

Cada día sus disputas eran más eufóricas e intolerantes, sus palabras similares a golpes de espadas aderezados con cítricos sarcasmos y amargos insultos que fueron desencadenando sentimientos de repudio del uno por el otro, negando toda posibilidad de conciliación, un punto de acuerdo o que alguno de ellos desistiera en su posición, alimentando un sentimiento de odio que en cada encuentro iba cegando toda tolerancia.

De esta manera, su mediocridad se acrecentaba, sus encuentros eran más acalorados, con argumentos vacíos defendían sus contradictorias posiciones en cuanto a temas político su, religiosas, sociales y en todas las áreas, dejándose envolver en un odio profundo, lo único en que estaban de acuerdo era que ambos se detestaban y todo por pensar diferente sumado a la ceguera de reconocer sus propios errores.

Un día sucedió algo inimaginable, en medio de una polémica disputa, ambos mediocres coincidieron simultáneamente en un deseo: uno anheló que desaparecieran de la faz de la tierra todas las personas que pensaban diferente a él; dicho y hecho, su antagónico amigo desapareció como por arte de magia y con él la humanidad entera.

El hombre totalmente perplejo se quedó completamente sólo en el mundo durante el instante en que se hizo efectivo el deseo del otro: Que su amigo se tragara todas sus palabras tóxicas, entonces, ¡el otro mediocre murió envenenado!

La mediocridad va más allá de dejar las cosas a medias; es la incapacidad de usar la imaginación para concebir ideales que propongan un futuro por el cual luchar. En tal sentido, una persona mediocre es sumisa a la rutina, a los prejuicios, a las domesticidades e imposiciones sublimes y así sigue ciegamente a un rebaño o colectividad, cuyas acciones o motivos no es capaz de cuestionar; es maleable, un ser vegetativo, carente de personalidad que no acepta ideas distintas a las que ya ha recibido por tradición, repetición o alienación sin darse la oportunidad de reflexionar, autoanalizarse y menos aún autocriticarse; entra en una lucha injustificada contra la persona idealista para opacar desesperadamente toda acción de ésta por noble que sea.
Tal como lo reseña José Ingenieros, médico, filósofo, ensayista crítico, ítalo-argentino, antiimperialista, uno de los fundadores del socialismo y protagonista de la reforma universitaria; cuando en 1913 publicó en su libro “El hombre mediocre” y allí señala que 

“El hombre mediocre es incapaz de usar su imaginación para concebir ideales que le propongan un futuro por el cual luchar”.

Ante los retos económicos, políticos y sociales de hoy que el contexto mundial invadido por el caos de una pandemia y una cuarentena que se percibe lejana a su fin, no valen las excusas; sobran los involucrados que niegan lo evidente, se requiere cultivar la conciencia desde la individualidad, más allá de un "quédate en casa y si sales usa la mascarilla", mayor compromiso con el sentido común, la práctica de valores y reaccionar a tiempo ante la mediocridad circundante que a su paso lo corroe todo con sus antivalores sin medir las nefastas consecuencias que están ahogando la psiquis social.

Induciéndose a la negación de la aceptación de la nueva realidad circundante con la moribunda esperanza paralizante de sentarse a esperar que el tiempo pasado con todas sus vivencias y bonanzas retorne; mientras tanto, los pensamientos son alimentados por mensajes desalentadores que pisotean las oportunidades de desarrollar los poderes creadores del despertar que podría impulsar al crecimiento integral desde una actitud resiliente.

Deisy Viana

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