Aislamiento
Social Vs Contagio: Pesimismo mortal
#DéjameContarte
Que la televisión estaba encendida, se dejó escuchar el anuncio de la
transmisión especial que da a conocer el número de contagiados por Covid-19, de
inmediato un gesto de fastidio en el rostro y en un acto reflejo ocurrió, el
cambio de canal inmediato como una forma de negación a escuchar las cifras
dadas para mantener alerta y reiterar las medidas de prevención.
Mientras tanto,
el centro de la ciudad se encuentra colmado de personas, vendedores ambulantes,
colas de gente aglomerada, transeúntes sin mascarilla y un sinfín de
irregularidades que se contraponen a las normas establecidas como si la
cuarentena se hubiese transformado en un embudo que encausa al río de humanos
que parecieran dispuestos a contraer el tan "temible virus".
Algunos han
manifestado síntomas, pero para ellos es mejor no acudir a los centros de salud
todavía porque "los van a aislar", y terminan acudiendo cuando les
falta el oxígeno las consecuencias pudieran ser fatales.
Observando estos
escenarios, pude notar que ciertamente existe una relación entre emoción y
salud, que concibe las estrategias comunicacionales implementadas por los
especialistas es como un catalizador del pesimismo que conduce a la resistencia
de acatamiento del aislamiento social generando a su vez el efecto inverso de
lograr el freno de contagios.
El pesimismo
entonces, es una actitud que influye en la autoestima y por ende, en la
motivación de las personas que puede conllevar descuidos en cuanto a los
aspectos de salud, análisis objetivo de la realidad y las consecuencias de las
acciones.
Pareciera que da
más miedo sentirse aislado socialmente, que contagiarse del virus que azota al
mundo, porque la gente relaciona esta medida con la "soledad", el
sentido subjetivo de estar apartado de la gente y no tener a quién recurrir, lo
que ellos suponen es un mayor riesgo para la salud y en consecuencia termina
transformado en acciones inconscientes; todo gracias a las estrategias sociocomunicacionales
implementadas que están logrando un resultado paradójico.
En conclusión,
persiste el pensamiento pesimista que otorga un poder al aislamiento el cual
atribuye la sensación de riesgo mortal y la falsa convicción de no poder hacer
algo para cambiar los datos estadísticos que día a día incrementan los números
de contagios, la sensación de impotencia se hace mayor en los profesionales
expuestos para contrarrestar la pandemia, que a su vez terminan deprimidos y
enfermos, víctimas de la comprensión errada de una mayoría temerosa a una
supuesta soledad por aislamiento.
Es necesario
comprender y aprender a evaluar las verdaderas dificultades; el mal llamado
aislamiento social conserva un acompañamiento por parte de los equipos de
salud; surge la necesidad de dar un enfoque diferente al análisis de las
estadísticas y dirigirlo a los datos optimistas contenidos en el número
extraordinario de pacientes recuperados que han ganado la batalla a fin de
ofrecer una óptica que alimente el deseo de superación de la cuarentena con la
disminución de contagios y la disciplina para luchar contra los pensamientos
depresivos y así será posible controlar la percepción que pudiera lograr el
freno de la pandemia.
La única forma
de lograr disminuir los índices de contagios es alimentar la psiquis social con
pensamientos positivos, dirigidos hacia los referentes positivos por
recuperación, en un lenguaje optimista, más humano que genere la percepción de
seguridad mediante acompañamiento profesional durante el aislamiento para
contrarrestar la sensación de soledad que induce al pesimismo mortal.
Deisy Viana