Rodeados de buitres que esperan su turno sobre los árboles, migrantes venezolanos se ganan la vida buscando metal, plástico, cartón y alimentos en un basurero de una ciudad fronteriza brasileña.
Atrapados en un limbo de tierra baldía, apenas ganan lo suficiente para alimentar a sus familias y no pueden pagar un boleto de autobús que les permita ir a las ciudades del sur de Brasil a buscar trabajo.
Culpan al presidente izquierdista Nicolás Maduro por la mala gestión de la economía y causar la profunda crisis que ha llevado a varios millones de venezolanos a emigrar a través de América Latina.
“Me vine porque me estaba muriendo de hambre (...) Todas las noches le pido a Dios que me saque de aquí”, dijo Rosemary Tovar, una madre caraqueña de 23 años.
Decenas de miles de venezolanos han huido de la crisis política y económica de su país a través de Pacaraima, la única carretera que cruza a Brasil, sobrecargando los servicios sociales y causando tensión en el estado de Roraima.
Una docena de venezolanos se apresuran a coger las bolsas de basura que deja un camión de Pacaraima dos veces al día. Luego las revisan mientras un fétido vapor emana desde el vertedero. A veces limpian de noche usando linternas.
“Estamos buscando latas, cobre, alguna bendición que traiga cualquier cosa buena, hasta comida”, dijo Astrid Prado, quien está embarazada de ocho meses. “La meta es salir de aquí”.
Charly Sánchez, de 42 años, llegó a Brasil hace un año y no ha podido llegar a Boa Vista para conseguir un permiso de trabajo que le permita encontrar un empleo.
“De esto vivimos. Conseguimos lo suficiente para comprar arroz, tal vez algunas salchichas, pero no lo suficiente para comprar un pasaje para Boa Vista”, dijo.
El cobre es lo que se paga mejor, 13 reales (3,30 dólares) por kilo, pero a Sánchez le toma una semana entera reunir esa cantidad de “cable por cable”.
Más de 40.000 venezolanos han aumentado la población de la capital del estado Boa Vista un 11 por ciento, dijo la alcaldesa Tereza Surita a Reuters.
Samuel Esteban, que usa una máscara para el humo, junta cartón en un saco grande. Por 50 kilos ganará cinco reales, un tercio del salario mínimo mensual en Venezuela, pero lo suficiente para comprar un litro de leche en Brasil y algo de pan.