Ylich Carvajal Centeno /Periodista
ylichcarvajal@gmail.com
La afamada periodista venezolana Angie Pérez, radicada en los EEUU y
ganadora de un premio Emmy, publicó el domingo pasado a través de una
red social el estado de una cuenta corriente del dirigente opositor
Julio Borges en un banco internacional de acuerdo con el cual el ex
presidente de la Asamblea Nacional posee mil millones de euros sólo en
esa cuenta.
El monto es realmente sorprendente: ¡mil millones de euros! por lo que uno puede sospechar que a la galardonada fablistana le pudieron haber metido un “paquete chileno” ¿Se le paga tanto dinero a un cipayo por vender a su país? Pero el silencio en torno a la noticia que, para cuando escribo, no había sido ni siquiera negada, resulta aún más sospechoso en un país en el que la corrupción sigue siendo tolerada, dispensada y en ocasiones premiada.
Los venezolanos nos preguntamos cómo paga Julio Borges su permanente tour por el mundo para que se mantenga el bloqueo económico y financiero a nuestro país e incluso se piense en una posible invasión militar extranjera, pero con mil millones de euros en una sola cuenta podrían no sólo pagarse los gastos personales de Borges sino atender las necesidades humanas más apremiantes de la militancia opositora.
Esta nueva revelación de Angie Pérez, que es
algo así como la peor pesadilla de la farándula venezolana por los
escándalos que deja a su paso por las redes, se suma al hecho cierto de
que el yerno de Antonio Ledezma fue acusado y detenido en España por el
lavado de millones de euros provenientes de la corrupción.
¡A ver!
Julio Borges y Antonio Ledezma, la dirigencia opositora en el exilio, la
misma que pide sacrificios a los venezolanos, que resistan la pesada
crisis económica propiciada por ellos mismos para tumbar al Gobierno, se
han forrado en euros en nombre de la lucha contra la dictadura
castrochavista.
Esta misma semana se informó, además, que la Fiscalía
española está a favor de que ex funcionarios venezolanos, que prestaron
servicios durante la presidencia de Hugo Chávez, y que se encuentran
presos en ese país acusados por casos de corrupción, sean traídos a
Venezuela para que sigan lo juicios en el territorio de la República.
El
daño patrimonial, los montos de los casos de corrupción por los que son
señalados varios ex funcionarios chavistas, algunos de ellos radicados
ahora en Europa y en los EEUU, así como las denuncias por los robos a
Pdvsa y otras dependencias son realmente obscenos.
En EEUU se han
abierto juicios a varios políticos y empresarios venezolanos por
investigaciones fiscales que los vinculan con el lavado de millones de
dólares provenientes de la corrupción, de los robos al patrimonio de
todos nosotros que hoy no tenemos para llegar al fin de mes.
Si bien
es cierto que nuestro país está siendo sometido a una guerra económica
que se expresa en la manipulación grosera del precio del dólar en
bolívares y el bloqueo a las actividades financieras y comerciales de la
República, no es menos cierto que, parafraseando al Chino Valera Mora,
los mil veces malditos corruptos nos hacen más daño y se vuelven los
cooperadores necesarios en la guerra contra Venezuela.
Ya sea azul o
roja, amarilla, blanca o anaranjada, la corrupción y la incompetencia e
ineficacia que suelen estar asociadas a ella es el cáncer de la
República y se alimenta de silencios cómplices, de solidaridades
automáticas por razones partidistas, de impunidad y de cierta toleración
que la estimula y la hace pasar como “normal”, como “inevitable”.
Antes
los nuevos gobiernos por lo menos se ocupaban en denunciar la
corrupción de los anteriores, aunque fuera para salvar sus
responsabilidades, pero cada vez son más frecuentes los comentarios y
denuncias sobre dirigentes del chavismo y la oposición que se niegan
hablar entre ellos de los problemas de los venezolanos, que se suponen
en polos antagónicos e irreconciliables, enemigos declarados, se
entienden de maravillas en los negocios con la cosa pública ¿Hasta
cuándo?