Fuente: https://mundo.sputniknews.com
Imagínense un país del tamaño de España y con casi 30 millones de habitantes que está siendo bombardeado y que además está siendo sometido a un bloqueo que impide el suministro de alimentos, medicamentos y combustible. 144 niños mueren allí cada día por causas para las que existe tratamiento. Pues ese país existe y se llama Yemen.
Imagínense un país del tamaño de España y con casi 30 millones de habitantes que está siendo bombardeado y que además está siendo sometido a un bloqueo que impide el suministro de alimentos, medicamentos y combustible. 144 niños mueren allí cada día por causas para las que existe tratamiento. Pues ese país existe y se llama Yemen.
Mientras
las cámaras de todo el mundo filman tragedias previamente orquestadas
en Siria para manchar los esfuerzos de Rusia contra el terrorismo, o
buscan cómo sacarte las lágrimas en Palestina para lucrarse de tu dinero
enviado a causas humanitarias, los yemeníes mueren cada día bajo en un
absoluto silencio y una inquietante indiferencia del mundo.
Según datos
de la Unicef, decenas de miles de yemeníes han sido asesinados; 21
millones de personas (el 80% de la población) necesitan ayuda
humanitaria; 15 millones no tienen acceso a la atención médica básica y
3,2 millones han sido desplazados.
Ahora mismo están muriendo más niños en Yemen por enfermedades
prevenibles que por las balas y las bombas. Se calcula que muere un niño
cada 10 minutos en Yemen por causas como la desnutrición, la diarrea, o
infecciones respiratorias. O lo que es lo mismo, 144 niños pierden la
vida todos los días por enfermedades para las que existe tratamiento.
Este es el saldo que se lleva la acción militar y el bloqueo de la
coalición de países árabes liderada por Arabia Saudí y respaldada por
EEUU. Pero rara vez escuchará hablar de esta alarmante situación en los
principales medios de comunicación. ¿Por qué? Nazanín Armanian, un
bloguero iraní, escribió
para el periódico español Público un análisis en el que enumera cuatro
causas que hacen que esta crisis es prácticamente ignorada por la
opinión pública global.
En primer lugar, apunta al "suculento negocio de armas".
Los principales productores de armamento se disputan el insaciable
mercado saudí. La Administración Obama vendió armas a Arabia Saudí por
60.000 millones de dólares. Trump, batió este récord, sacando al reino
unos 110.000 millones, recuerda Armanian. A estos suministros se le
suman otros provenientes de Reino Unido, Francia y España. Rusia también
figura en la lista de proveedores de armamento de los saudíes, aunque
en este caso habría que especificar que se trata de los sistemas
antiaéreas S-400, armas únicamente defensivas.
En segundo lugar, Armanian destaca el control que la casa real Saudí mantiene sobre los medios de comunicación.
"Desde que en octubre del 2016 varios grandes
medios enviaran desde Yemen imágenes de niños esqueléticos y hogares
bombardeados al mundo, la coalición empezó a denegar el permiso de
entrada de los periodistas a Yemen bajo el pretexto de 'no poder
garantizar su seguridad'. El 10 de febrero de 2017, el periodista de
investigación de 35 años Mohamed Absi fue asesinado en Yemen. El 18
julio del 2017, la coalición impidió el vuelo de la ONU a Yemen por
llevar a tres periodistas de la BBC a bordo", recuerda el bloguero.
El empresario Sultan Mohamed Abuljadayel tiene el 30% de las acciones
del diario británico Independent. Según Vox, los 'think tanks' de
Washington reciben
grandes fondos de los Estados árabes del golfo Pérsico. En su viaje de
marzo de 2018 a EEUU, el príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman Saud
se reunió con los directivos de The New York Times, Washington Post y
con el fundador de Bloomberg, Michael Bloomberg.
Por su parte, el príncipe saudí Alwaleed bin Talal tiene una
participación de 300 millones de dólares en Twitter, acciones en 21st
Century Fox de Rupert Murdoch, es dueño de 4.300 millones de dólares de
CitiGroup, la mayor empresa financiera del mundo, y patrocina los
principales diarios árabes como Al Sharq, de Catar, Al Awsat, Al-Hayat y
Arab News.
Es por todo esto, concluye Nazanín Armanian, que los analistas y
comunicadores occidentales prefieren hablar sobre el derecho a conducir
autos que las saudíes acaban de recibir, que de los crímenes de guerra
en Yemen.
En tercer lugar, el iraní apunta a la dependencia que los programas de la ONU
tienen de los recursos saudíes. Riad amenazó con retirar su ayuda a la
Unicef cuando uno de sus informes responsabilizó a esta nación de la
muerte del 60% de los cerca de 5.000 niños que han perdido la vida a
causa de la guerra en Yemen. El propio exsecretario general de la ONU
Ban Ki-moon anunció que en el 2016 sacó a Arabia Saudí de la lista de
países que dañan la infancia en guerras por la presión de "varios
países".
Por cuarto y último, Nazanín Armanian apunta a la aparente "invisibilidad"
que tienen los yemeníes respecto a otros refugiados del mundo.
Contrario a lo que pasa en Libia o Siria, Yemen es como Gaza, una gran
prisión en la que millones de desplazados no pueden salir del país. Sus
aeropuertos y puertos están bajo la ocupación saudí y la frontera que
comparte con el reino está amurallada.
Y ahí lo tenemos: el interés de la industria armamentista global, el
control sobre los medios y grupos de pensamiento, la sumisión de la ONU y
un mundo ciego ante el sufrimiento de aquellos que no son mostrados por
la televisión. Todo esto hace posible que la mayor tragedia humanitaria
del mundo no solo dure ya tres años, sino que se le permita empeorar
ante la indiferencia del resto del mundo.