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El Destino y Carlos, la jugada perfecta
Por: Julio Ramos

Él siempre la esperaba, siempre se preguntaba, que estará haciendo, a muchos kilómetros de distancia pensaba lo mismo. Carlos un estudiante de Periodismo nunca se imaginó que esa carrera le traería tantos dolores de cabeza, en sus adentros pensaba que hacia lo que le gustaba y que cualquier sacrificio valía la pena.

Él pensaba de manera utópica, defendía la verdad por encima de todo, la justicia, y la defensa de los desposeídos, en la universidad le decían en tono burlesco,  El Comunista. Carlos no encajaba con los grupos y prefería echar a volar su pensamiento en la lectura y en la poesía.

Allí se refugiaba en sus sueños, haciendo de él un mundo perfecto, se imaginaba ese mundo sin pobrezas, ni dolor, sin carencias y lleno de mucha hermandad, siempre pensó que era posible un mundo distinto y a ese valor de humanidad le dedicó toda su vida.

Sin embargo para ella (su pareja), todo era distinto, la moda, los trajes y lo superfluo era su mundo, siempre se preguntaba que buscaba con ese "papanatas". Ella viviendo siempre en su burbuja de aire de las lentejuelas, ya que lo banal estaba de moda.

Dos mundos distintos,  que el destino se encargó de unir con sus finos hilos,  Carlos un día decidió ir a un congreso universitario de chicos de izquierda,  para muchos un saludo a la bandera,  para pocos la oportunidad de salvar al mundo.

Allí conocería a una mujer que marcaría su vida para siempre, al verla enseguida sus ojos se clavaron en ella, un efusivo discurso antiimperialista marcaría a Carlos y de allí en adelante toda iba a cambiar.
Al terminar la intervención enseguida Carlos se le acercó un poco nervioso y dándole la mano se presentó sin previo aviso,  "Hola soy Carlos",  dijo,  con tono casi enmudecido, ella lo miró de arriba abajo clavando la mirada y con el ceño fruncido le contestó de manera fría,  "Soy Troskana",

Carlos intentó caer bien, pero le fue imposible, sus intentos se fueron por un barranco y sus anhelos de galán fueron efímeros y el tiempo se confabuló en su contra, ya que a la chica le había llegado su pareja a buscarla.

Él se sintió burlado, nunca antes un amor le había llegado tan rápido y esfumado en fracciones de segundos, "Nos vamos”, dijo con autoridad el sujeto, ella dio la media vuelta y se fue.
Carlos sintió un gran vacío dentro de sí, se sintió abatido, por el destino, a su mente llegó repentinamente su novia, la llamó, enseguida atendió molesta ya que le había interrumpido una tarea que para ella era símbolo de vida o muerte, “Secarse el pelo”.

A notar la metida de pata,  no tuvo opción colgó la llamada, se dirigió a un bar de la esquina y pensó que una cerveza le caería bien para liberar las preocupaciones, al entrar el humo a tabaco,  impregnaba el lugar una rockola sonaba la canción del día,  se notaba que era la favorita de Juan,  un borracho que frecuentaba el lugar y que nunca superó la montada de chacho que le dio su mujer con un policía, ese golpe no pudo superarlo y fue el alcohol quien abrió sus brazos para luego volverlo una filtraba humana.

Que vaina pensó Carlos,  tanta mujer en este pueblo y ese se enamoró justamente de la que montaba cachos,  volviendo al tema,  ya con el disco rayado,  Carlos le daba el último sorbo a la cerveza caliente,  mientras pagaba para seguir su camino a casa.

Decidió irse a pie, hasta su casa, total ya el día estaba perdido pensando en que esa mujer que había conocido ya tenía dueño, <se venció sin luchar>.

Al llegar a la casa, la misma rutina, cargar agua para bañarse, de su cabeza no salía esa mujer,  y por mucho que quería sacársela de su cabeza.  Pero el intento se volvía misión imposible.

Reflexionaba “Será empatía, una mujer de izquierda, habla como yo, piensa lo mismo que yo, y siente lo mismo, pero al final concluía pero tiene novio". Al llegar a esa conclusión pensaba que no valía la Pena y se echó a dormir para seguir la rutina diaria...

Mientras tanto Troskana en la residencia seguía su rutina, leer un libro de izquierda, y en el cuarto contiguo, su novio que se entregaba en cuerpo y alma a moldar su cuerpo.  Haciéndole tributo la masa corporal. Kurtis, así se llamaba, 195. De altura, el modelo perfecto, él se miraba al espejo sintiéndose así mismo atractivo, no creída en filosofías ni mucho menos en ideologías a su criterio trasnochadas, ya que todo lo definía en la expresión corporal. El culto al cuerpo, esa su pasión y a eso le dedicaba casi todo su tiempo.

En ocasiones se preguntaba, que hacía al lado de una comunista, resignado pensaba quizás fue la imposición de su madre quien al verlo en sus “inclinaciones”, pensó que al tener una relación podría alejarse de ese mundo a su criterio "Raro".

El destino se encargaría de encontrar nuevamente a Troskana y Carlos,  esta vez sin pensarlo se encontrarían en la plaza,  de la cuidad ,era un  día caluroso,  todo ocurrió mientras la novia de Carlos,  se encontraba en la peluquería,  Kurtis,  se esforzaba en incrementar su obra muscular con su íntimo entrenador.....

Ya en la plaza sentado en un frondoso árbol mitigar el calor fue la prioridad, de pronto aparece ella, con una falda roja, él al mirarla sintió que su corazón se aceleraba de pronto sintió un corrientazo que le recorrió todo el cuerpo, sin pensarlo dos veces y esta vez sin inmutarse decidió ir nuevamente al ataque.  "Es ahora o nunca". Pensó de manera decidida.

Hola como estas. Dijo, ella al voltear le miró fijamente tratando de buscarlo en su cabeza, y no aparecía, él enseguida le dijo, “me recuerdas soy Carlos el estudiante de comunicación". "Ah... Ya te recuerdo, como estas.". Bien contestó, con tono firme y decidido, que haces aquí, pregunto Carlos, “siempre vengo a esta plaza a conversar con Bolívar, a comprometerme con él, con su causa, él no está muerto, sigue vivo en su pensamiento en su accionar que dejó a la posteridad". Carlos al escucharla sintió que había encontrado la mujer perfecta, la mujer que pensaba como él, que defendía sus causas, y además que tenía algo no menos importante un hermoso cuerpo...

Como buen periodista ya casi por graduar entabló una conversación y el tema durante 3 horas fue la revolución, sintió por primera vez que el destino le había hecho la mejor jugada y que el viento estaba a su favor, enseguida sus pretensiones de galán salieron a flote, tenía ya el terreno abonado, y el campo abierto.

Él era dueño del escenario, y mientras Karla, la novia de Carlos se encontraba en la peluquería, y Kurtís entrenaba en el gimnasio. Carlos y Troskana, iniciaban un diálogo que continuaría. En un cuarto de un hotel...

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